Un repaso de del compañero Ernesto Agazzi sobre un documento fundamental que nos legó José Gervasio Artigas.
Un día como hoy pero de hace ya 209 años, el jefe de los Orientales firmaba uno de los documentos icónicos de la Revolución Oriental: el Reglamento Provisorio para el Fomento de la Campaña y la Seguridad de sus Hacendados.
El Reglamento de Tierras se sumó así a otro documento estampado con el “Artigas” como sello, el Aduanero, en aquel intento de construir una base distinta para la vida de todos los orientales.
Ernesto Agazzi sostiene que ambos fueron documentos fundacionales, sobre todo por los principios que contienen, que son los principios artiguistas. “Que los más infelices sean los más privilegiados”, señala el artículo sexto.
Artigas fue el dirigente más claro de la época revolucionaria en el Río de la Plata. Y este intento de organización para nuestra Banda Oriental buscó construir economía con el recurso que teníamos, la tierra, y darle fomento con sujetos dignos de recibirla: los negros libres, zambos, indios, criollos y pobres.
Con su trabajo, el Reglamento de Tierras les daba la posibilidad de contribuir a la felicidad propia y también a la felicidad general. Una particular mirada del artiguismo a este ideal. Proveniente de aquellos “malos europeos y peores americanos”, la tierra sería compartida a quienes contribuyeron con su esfuerzo a la continuidad de un proyecto ambicioso enfrentado a los poderes de turno.
Además, era un reglamento muy exigente: tenían que construir un rancho y dos corrales en dos meses, o perdían la tierra. Eran 7.500 hectáreas, lo necesario para la buena vida de una familia en aquellos años. A esto se suman medidas económicas importantes como la prohibición de la matanza de hembras para restablecer el rodeo de la provincia, recordó el compañero Ernesto. Era un reglamento bien estructurado y claro, prosiguió.
Esta tarea fue asignada a los alcaldes, un rasgo de descentralización que también fue característico del artiguismo. Por tanto, el rol de los miles de anónimos que dieron fuerza a la Revolución Oriental fue fundamental en su desarrollo. Por ejemplo, el de Encarnación Benítez.
Fue un pardo, pobre y analfabeto, de papel relevante para la Revolución. Los primeros artículos del Reglamento daban organización a la tarea. Benítez tenía la responsabilidad de identificar predios y comunicarlo a las autoridades.
Hoy, el edificio central del Instituto Nacional de Colonización lleva su nombre, gracias a un proyecto de ley presentado por Lucía Topolansky, como recuerda Ernesto.
Aunque fue una figura clave en la región de Soriano, murió en las batallas artiguistas y nadie sabe hoy en qué paraje se encuentran sus restos.
Ernesto también recordó que muchos propietarios que se fueron al exilio en el principio de la Revolución Oriental retornaron para reclamar sus tierras, una vez que arribó la invasión lusobrasileña, allá por 1817.
Agazzi rememoró que los propios Cabildos, aún durante la Revolución Artiguista, se dedicaron a representar a los propietarios y se oponían a la redistribución. Se hicieron asignaciones de tierras bajo el Reglamento, pero muchas parcelas fueron recuperadas por los antiguos dueños.
El final de esta historia fue triste, como el de la Revolución Artiguista. Pero, aunque fue un proyecto derrotado, dejó un legado y hoy es uno de los ejemplos más notables de justicia social con ecos que aún vibran en la actualidad.
Fomento, en clave actual, es un concepto que ubica al Estado como puntal del impulso económico con redistribución y justicia social.
Con una diferenciación entre familias consolidadas, mujeres y viudas, siendo uno de los pocos documentos en la primera hora de las revoluciones del Nuevo Mundo que las menciona particularmente como beneficiarias.
Hoy es una fecha para recordarnos que seguimos dando las peleas necesarias que aquel bravo tiempo nos legó como bandera, para que “con su trabajo y hombría de bien propendan a su felicidad y a la de su provincia”.
Educación, salud mental y trabajo entre las preocupaciones de los más jóvenes, en un diálogo profundo con Pacha y Blanca.
“Es nacido de un trabajador común y corriente. Y representa, precisamente, el tipo medio de lo que es el Uruguay. Por eso lo voto y le pido a mi pueblo que lo acompañe”.
El compañero Daniel Caggiani señaló que Yamandú Orsi se presentó en el debate presidencial con propuestas claras y una visión de futuro, logrando contrastar dos modelos de país distintos.
Desde Las Piedras, donde el interior y el país metropolitano se abrazan, Yamandú Orsi llamó a reconciliar las distintas realidades para construir un país de certezas.
Proponemos un cambio en el que todos podamos vivir tranquilos, con más solidaridad, con más bienestar. “Sabremos cumplir”, dijo Yamandú Orsi.
Si no creyéramos que los humanos pueden construir un mundo un poco mejor, menos ruin, menos egoísta, ¿qué sentido tiene la vida y qué precio tiene la esperanza?