
¿Por qué escribir? A veces una se hace preguntas simples para respuestas difíciles…
Siempre mezclo realidad y sentimiento, porque es mi forma de llegar a quien quiero que llegue el mensaje.
Madrugada del domingo… disparos, amenaza… ¿cómo se puede sentir la directora del Instituto Nacional de Rehabilitación, Ana Juanche, cuando, cumpliendo con su deber y su trabajo, es amenazada junto con su familia?
El que crea que está a salvo se equivoca y mucho. Hoy nos puede pasar a cualquiera, todos estamos bajo amenaza. Porque cuando atentan contra un servidor público no lo hacen solo contra su persona sino contra lo que representa y contra quienes representa. En tal sentido, atentan contra todos nosotros y nosotras.
Amenazas y algo más recibió la Fiscal de Corte (subrogante), Dra. Mónica Ferrero, y le expresé mi solidaridad; que no baje los brazos porque el miedo paraliza y lejos de permitírselo hay que enfrentarlo para vencerlo y seguir adelante. Ayer tocó el turno de solidarizarme con Ana Juanche, a quien conozco desde hace años; sé de su humanidad, don de gente y predisposición a que los derechos humanos no sean solo palabras sino una realidad.
Más arriba les digo que mezclo realidad con sentimientos y no miento. También sufrí amenazas cuando nos resistíamos a que la muerte de Alejandro quedara impune, por eso sé lo que hoy le toca vivir a Ana.
Que nadie crea que no le puede tocar lo que a otro le pasa. Yo pensaba eso, lo miraba por la tele y decía “¡qué horrible!”, hasta que un día me tocó y de la peor manera. Por eso es que debemos estar más juntos que nunca, toda la sociedad y, muy especialmente, quienes tenemos responsabilidades políticas. Debemos promover y reformar leyes que nos permitan enfrentar a quienes nos amenazan.
Hay que plantarse firme y decir «no» a la violencia, que la vida en comunidad es posible sin violencia, sin amedrentamientos. Es necesario cerrar filas para conformar un frente común que ponga límites a la barbarie que pretende imponerse vulnerando las normas de convivencia y vulnerando el pacto social.
Hay que enfrentar a los violentos estando cerca de los más vulnerados, esos que necesitan de nuestro apoyo para salir adelante. Acompañar a las mujeres para que sus hijos crezcan en entornos dignos donde puedan crecer y desarrollarse. Trabajar en comunidad con niños, niñas y adolescentes, para que puedan construir su personalidad sin que la violencia o el delito sean sus únicas opciones.
Todos tenemos la impostergable obligación de trabajar de forma mancomunada sin banderas políticas y con la consigna común de construir una sociedad diferente en clave de convivencia.
El miedo nos nos paralizó antes, mucho menos ahora en que realmente tenemos que ponerle un límite antes de que sea demasiado tarde.
¿Por qué escribir?
Para decirles que se puede construir una sociedad mejor donde nos podamos mirar a los ojos, reconocernos y sentirnos compañeros en el maravilloso viaje de la vida.
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