José Mujica, una vida dedicada a la política

13 de mayo de 2025
José Mujica: archivo MPP.

Demetrio perdió sus terrenos en Casupá por la crisis del ’30. Su nuevo proyecto, el hormigón prefabricado, lo llevó a la ciudad coloniense de Carmelo para levantar los galpones que requería el nuevo emprendimiento. Allí conoció a Lucy, proveniente de una familia piamontesa dedicada a la vid. La nueva familia tampoco tuvo suerte con el negocio familiar que desarrollaron en una hectárea ubicada sobre Paso de la Arena, en Montevideo. Finalmente, Lucy y sus hijos, José y María, se quedaron sin su padre, que falleció cuando los pequeños tenían 8 y 2 años respectivamente.

Los tres vivieron “en una pobreza digna”, como recordó Pepe en “Mujica, de tupamaro a presidente” de María Ester Gilio. Championes gastados, ropa remendada, pero había carne para comer. Y estaba su tío “Angelito”, quien le acercó su pasión por los libros y la política.

Tras la bicicleta y los estudios en el IAVA, un José Mujica con la edad justa para votar comenzó su militancia por Enrique Erro, líder de un sector minoritario del Partido Nacional hacia 1956. Pepe llegó a encabezar a la juventud de ese sector. Dos años después, los blancos quiebran un siglo de hegemonía colorada y aquel diputado especializado en asuntos laborales se consagró ministro de Trabajo y Seguridad Social, con un Mujica como habitual visitante del despacho de su líder partidario. Pero Erro no duró al frente de esa cartera, pues sostenía una línea política diferente a un gobierno cada vez más volcado a la derecha.

Así que Erro y sus muchachos, como Pepe, tejieron una alianza política con el socialismo de Vivián Trías y el grupo “Nuevas Bases”. Aquella Unión Popular, como la llamaron Erro y Trías, fue respaldada por el 2,3% de los votantes en las elecciones de 1962. El desencanto por la política, en un marco de grave polarización mundial, le hizo reflexionar.

La experiencia cubana de 1959, un consejero de gobierno que recomendó darle “vacaciones a la democracia”, un golpe de Estado en Brasil, llevaron a demócratas cristianos, comunistas, batllistas, blancos, indignados independientes, a conformar una guerrilla urbana.

La resistencia clandestina se transformó en diversas acciones concretas contra un sistema cada vez más reactivo y atomizado, con menos caminos de salida a la crisis uruguaya. Cuatro veces detenido y dos escapes fueron el saldo personal del período final de los años 60 y principios de los 70, hasta que la implicación total de las Fuerzas Armadas en la lucha antisubersiva finalizó con la cárcel, las condiciones infrahumanas, el aislamiento, la tortura. Un aljibe durante dos años, las hormigas que gritan en ese silencio.

El 8 de marzo de 1985, un hombre enjuto sale de prisión. La descripción podría valer para él o para los otros compañeros que salieron de la cárcel sin otro plan más que el día a día. Un viejo tractor y algunos perros acompañaron las mañanas de Pepe y de Lucía Topolansky, su compañera, en su chacra de Rincón del Cerro, lugar donde volvió a empezar con lo que conoce: cultivar.

Las reuniones, las discusiones y los planes políticos acercaron a este grupo de Tupamaros a nuevos movimientos sociales, con quienes conformaron el Movimiento de Participación Popular en 1989, del cual Mujica fue fundador pero no participó en el acto eleccionario como candidato, ni él ni el resto de los miembros del grupo.

Cinco años después, el MPP elige a Pepe como uno de los candidatos a diputados, junto con Eleuterio Fernández Huidobro. Con las puertas abiertas a todas las orientaciones políticas cuyo fin sea la mejora de las condiciones de vida de todos los uruguayos, en especial los más vulnerables, el MPP se constituyó poco a poco como una de las principales corrientes políticas del Uruguay.

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