José Mujica y los Otros Mundos Posibles

12 de junio de 2024
Pepe Mujica y Lucía Topolansky en la presentación del libro "Otros mundos posibles".

«Que el progreso tecnológico no nos embrutezca el corazón», pidió Pepe Mujica.

«Un cambio fenomenal en el campo del trabajo», cuyo desafío es colosal, observa José Pepe Mujica de cara al futuro, como nos tiene acostumbrado cada vez que reflexiona.

«Trabajo va a haber, pero hay que tener capacidades para ese trabajo; para eso hay que gastar una fortuna sino quedamos en el pelotón de los rezagados». Hay que hacer un esfuerzo para que los medios económicos del país sean capaces de rendir para las necesarias inversiones en educación superior.

Corremos peligro en la división del mundo en dos partes: los dueños del conocimiento o «los irrelevantes», aquellos que no sirven ni para que los exploten.

Falta épica en los tiempos actuales, sobra en nuestra historia

Los americanos del Sur iniciaron su gesta independentista junto a la revolución industrial. No es casual que las capitales de los nuevos estados se ubiquen en los puertos, mientras en Europa están en el centro de los países, menos Londres. En ese marco, identificó Pepe, pagamos la independencia política con nuestra independencia económica y cultural. «Gardel no fue Gardel hasta que no triunfó en París», dijo como ejemplo. O los dichos de Sarmiento: «No trate de economizar sangre de gauchos» que «es lo único que tienen de seres humanos esos salvajes».

Apología a todo lo europeo. Hoy también tenemos deudas, ¿cuál es el nombre de los no menos de 15.000 cadáveres de los gauchos de la patria vieja artiguista? Ni los nombres conocemos. Mujeres que rompieron todos los moldes y se fueron al Ayuí con sus hijos. O Joaquín Suárez que murió pobre con 88 años, «no tengo cuentas para cobrarle a mi patria».

Timoteo Aparicio cruzó el río Uruguay para hacer la revolución, con 200 pesos. O Aparicio Saravia que pidió recursos al Honorable Directorio pero le respondieron que no había fondos y entregó los títulos de sus tierras: «prefiero dejar a mis hijos pobres pero con patria».

Los pueblos tienen que tener épica. Qué mejor ejemplo que el sistema político ponga de su bolsillo para darle una mano a los hogares de tantos niños y niñas que viven por debajo de la línea de la pobreza, reclamó Pepe.

Que el progreso tecnológico no nos embrutezca el corazón, pidió.

Es que por esto tenemos dificultades para la integración entre países: «porque no tenemos amor». No nos damos cuenta que integramos una comunidad, somos el 6% de la población mundial. Sin una sola reunión de presidentes, pusimos el 30% de los muertos por covid-19.

No podemos coordinar las aduanas, ni las fronteras, ni la migración, ni las universidades. Montones de cosas que son de fundamento, ni de derecha ni de izquierda. ¿Qué le cuesta a un país tener un destacamento de bomberos preparado para dar una mano a otros países? ¿O bancos de órganos para compartir con los vecinos? ¿O posgrados en nuestra América? ¿Que coordinen los bancos centrales para funcionar con nuestras propias monedas?

A veces parece que no queremos defender con fuerza continental la poca soberanía que nos queda. Tratar de cultivar una cultura que nos identifique. Nos pusieron «latinoamericanos», pero con ese nombre ¿cómo integramos a los que robamos de África? ¿Los pueblos indígenas? Somos eso y muchas cosas más. Necesitamos identidades propias, porque los sapiens precisamos símbolos para resumir nuestras emociones grandes.

Tenemos montones de guerras en el mundo cuando deberíamos estar llevando el agua a multitudes, no tenemos vergüenza con los débiles.

Nuestra independencia se la debemos a nuestros gauchos anónimos

El mensaje más profundo en América Latina desde el punto de vista social es el artiguismo. Uno de aquellos que se acordó de los desheredados. Porque a diferencia de los libertadores, «todos pichones de la aristocracia criolla», Artigas en su Reglamento de Tierras se acordó de los indios, de los zambos, de las mujeres viudas de la guerra. Puso a un indio de gobernador, con Andresito. «Hay que ir hasta México para encontrar algo parecido», subrayó.

Es el fundador del mensaje social en nuestra región. Es un sello propio al federalismo y a su apuesta al republicanismo. Ese tajo dejó una identidad, un pedazo de historia y la herencia de las luchas federales. Nuestra nacionalidad tiene orígenes diversos.

Pero nuestra cultura política, formada por una síntesis, porque los hombres y mujeres grandes que hacen a las sociedades no tienen divisa. Son la divisa, como dice el Ruso Rosencoff.

Bernardo Berro dice, por ejemplo, ahí está la Constitución, ahora hay que hacer república. Y la hicieron. Contribuyeron a crear un sentimiento nacional que existe y es real.

«Nuestra independencia se la debemos a esos gauchos anónimos, esos analfabetos curtidos que la vida dio. A esos».

Para cerrar, comentó: «Tengo libertad. Aprendí pila de cosas de Marx pero yo soy estoico. Aprendí algunas cosas de Marx que las respeto; en otras estaba medio loco. Cuando leí ese disparate de los ingleses que van a la India a desarrollar la clase obrera…, menos mal que vino Ghandi», sintetizó. Porque «no hay que ser fanático, hay que aprender de todo».

«No tengo la culpa del partido que me tocó jugar. Se dio así. Los pájaros nacen sabiendo hacer el nido. Nadie les enseña. Los humanos, los sapiens, nacemos con una contradicción. Una cuota de egoísmo que tiene que luchar por vivir aunque sabe que está condenado a morir. Pero somos gregarios, no podemos vivir en soledad. Necesitamos el amparo de la ley, la que nos permitió crear civilización. No podemos vivir peleados con la biología, hay que abrirle puertas a lo más profundo. Lo que la naturaleza hace, lo hace bien: nos puso dos orejas y una sola boca; nos puso dos ojos para adelante, habría sido útil poner un ojo sobre la espalda, pero apostó a la esperanza del mañana. Aprendamos de la naturaleza».
Compartir:

Más novedades

Ver todas las novedades

Newsletter

Suscribíte y recibí todas las novedades del MPP. Mantenéte informado de todos los eventos y noticias del Movimiento de Participación Popular.