
El querido Julio nos dejó un legado que se basa en el diálogo permanente. Incluso cuando enfrente está lo peor del ser humano.
Militante sindical con los compañeros del sector comercio y el de los medicamentos, fue uno de los dirigentes del histórico Congreso del Pueblo de 1965. Los años ’70 lo encontraron en el Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros. Días difíciles para los uruguayos, Julio y varios compañeros van al Chile de Salvador Allende a finales de 1972. Pero toda América Latina estaba atravesada por los gobiernos dictatoriales y es capturado y trasladado por el ejército golpista chileno hacia el Estadio Nacional de Santiago.
Un mes compartiendo encierro con miles, en las peores condiciones posibles. Incluso fusilamientos. Baráibar fue el representante de los 58 uruguayos detenidos. Y negoció con la muerte: Julio recordó que la dictadura chilena solamente permitía la salida de 50 compañeros y los restantes 8 pasarían a la Junta Militar. Es decir, era llevarlos a una sentencia segura.
Sin embargo, Julio negoció y todos los uruguayos, así como prisioneros de otras nacionalidades, tomaron el ómnibus que los trasladó del estadio al aeropuerto. El embajador sueco Harald Edelsdam fue fundamental en el proceso, así como Belela Herrera. Como una película de terror, Julio contó que antes de subir las escaleras del avión, tres hombres intentaron capturarlo y subirlo a un automóvil negro. El esfuerzo de los compañeros que descendieron y del embajador Edelsdam le salvaron la vida.
En Suecia, trabajó como metalúrgico y chofer de bus. Siempre al lado de la clase obrera. También se graduó como licenciado en Pedagogía Familiar. Incluso al retorno del exilio, cuando retomó su tarea de visitador médico, labor que complementó con el sindicato. Su desempeño lo llevó a la Mesa Representativa del PIT-CNT, durante los años de la crisis del 2002.
El diálogo también fue su herramienta cuando asumió la Dirección Nacional de Trabajo en el primer gobierno de izquierdas de la historia del Uruguay, en 2005, acompañando a Eduardo Bonomi. Es decir que le tocó negociar día tras día la reinstalación del Consejo de Salarios, una herramienta que permitió el incremento real de los sueldos de los trabajadores.
En 2010, pasa a desempeñarse como embajador itinerante por los países escandinavos. El día que se despidió del Ministerio de Trabajo, un 3 de marzo de 2016, compartió unas breves palabras: “no me voy a ir, cuenten conmigo siempre”.
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