Las vaquitas son ajenas

28 de octubre de 2022
Campo uruguayo. Foto: MGAP.

La situación del agro en 2021 fue muy buena. El PIB agropecuario creció un 5% con relación al 2020 y en el último trimestre de 2022 aumentó 17% con relación al año anterior. No obstante, la situación del agro no es homogénea y esconde realidades diversas según el tipo de producción y el tamaño del productor. Los pequeños y medianos productores están atravesando momentos muy complicados y las políticas públicas para apoyar sus actividades son débiles e insuficientes.

Uruguay batió récord de producción al punto de que en el año 2021 alcanzamos US$ 8.500.000.000 de exportaciones de bienes agroindustriales en US$11.549 millones que fue el monto total exportado por el país en 2021. El 75% de las exportaciones de bienes del Uruguay fueron de carácter agroindustrial. Este crecimiento se debe fundamentalmente a la demanda de nuestras materias primas, como carne, soja, arroz, lácteos y celulosa.

Sin embargo, dicho crecimiento no ha impactado de la misma manera a todos los productores. Porque por un lado, tenemos la producción relativa a la exportación, tanto agroindustrial como agrícola, cuya demanda ha crecido sensiblemente en los últimos dos años y por otro, tenemos la producción destinada al mercado interno, como la fruticultura, horticultura, la carne porcina siendo los sectores más relevantes.

El aumento de los costos de los combustibles, el incremento del valor de los fertilizantes y el debilitamiento del poder de consumo interno perjudica especialmente a los pequeños productores y, más precisamente, a quienes destinan su producción a nuestro mercado.

En ese sentido, vemos cómo el sector granjero está atravesando un momento muy difícil. Al observar los datos de las ventas en la UAM en el 2021, hubo un crecimiento 1,2%, la inflación fue de 8%, el gasoil un 16% (2020 o 2021 promedio anual) y los fertilizantes casi duplicaron su valor en el 2021. Para poner un ejemplo el valor de importación de la Urea: en marzo 2021 estaba a US$ 393 y en enero de 2022 se pagó a un promedio de US$ 571. Es decir, las ventas casi no crecieron, en tanto los costos principales aumentaron fuertemente.

A su vez, llama la atención el crecimiento del endeudamiento de los sectores frutícolas y hortícolas.

De acuerdo a los datos que divulga mensualmente el Banco Central, el endeudamiento bancario del sector frutícola  se ubicó en 28 millones de dólares a septiembre de 2021, 48% por encima del registro de un año atrás. 

Por su parte el endeudamiento bancario del sector hortícola se ubicó en 42 millones de dólares al cierre de septiembre de 2021. Esto significa que el endeudamiento creció cerca de 13 millones (45%) respecto a un año atrás. A su vez, la estructura de endeudamiento del sector  se encuentra el  80%  en moneda extranjera (en un sector que presenta ingresos fundamentalmente en pesos) y la banca privada que acumula el 81% del total de créditos.

La producción porcina también se vio afectada por el aumento de los costos y el achicamiento del mercado interno. En 2021, los precios de los granos se incrementaron de forma notoria, lo que tiene un impacto directo en los costos productivos del sector porcino. El precio medio del maíz en enero-octubre 2021 fue de US$ 253/tonelada, un 25% superior al del mismo período de 2020. En el caso de la soja, el precio se incrementó de un promedio de US$ 322/tonelada en enero-octubre 2020 a US$ 490/tonelada en el mismo período 2021 (52%).

El encarecimiento de las raciones, producto de los altos precios internacionales, llevó a una compleja sostenibilidad económica de pequeños y medianos productores, lo que ha generado que a nivel interno, el stock de cerdos siga disminuyendo. La faena enero-octubre de 2021 fue mayor en cantidad de cabezas a la del mismo período del año pasado, sin embargo, si se consideran las toneladas faenadas, el volumen fue menor. Esta mayor faena de lechones durante los diez meses considerados, está ligada a liquidación o disminución de stocks en las granjas, derivado de la menor demanda de cerdos para faena de las industrias, dado que durante el 2021, el 75% de la carne fue importada mientras que solo el 25% fue de producción nacional.

Políticas insuficientes

En el contexto relatado, las políticas públicas diferenciales, enfocadas al conjunto de pequeños y medianos productores son imprescindibles para posibilitar que dichos productores puedan participar de los beneficios de este “huracán de cola”, producto de la apertura de mercados, la inserción internacional y el aumento de los precios de los commodities.

Sin embargo, esto no ha ocurrido. Las políticas focalizadas hacia la producción familiar, no estuvieron ni están en el centro de las preocupaciones de este gobierno. Además de las dificultades coyunturales, ya mencionadas, la producción familiar tiene problemas propios de su escala, de financiamiento, de acceso a la tierra, de adquisición de tecnología. Por eso es clave el apoyo del Estado para su desarrollo.

La Rendición de Cuentas 2021 destinó al Fondo Nacional de la Granja $20:000.000, pero ese monto no logra cubrir ni siquiera la variación del IPC en términos de lo que ya tenía asignado, lo que significa una disminución de sus recursos.

Para tener una idea, en el 2016 el Fondo Nacional de la Granja tenía U$S 11:000.000, hoy tiene U$S 7:500.000. Es decir, en una circunstancia compleja se recortan recursos para atender a este sector, que está atravesando muchas dificultades, con crecimiento de los costos de los insumos, y con un endeudamiento cada vez mayor.

Por otra parte, el Instituto Nacional de Colonización también vio disminuido sus recursos.  La ley de Presupuesto Nacional 2020 puso un tope de 100 millones de pesos anuales para el financiamiento de la compra de campos. El resto se destinó a rentas generales. Se pasó de U$S 11.500.000 a U$S 2.200.000.

En el año 2019 estaban en proceso de adquisición –o ya habían sido adquiridas– unas 3.000 hectáreas, mientras que en lo que va de este período de Gobierno, solo se ha adquirido 200 hectáreas.

Además, hay que aclarar que esta situación se da en concomitancia con una caída importante de los créditos que otorga el Instituto Nacional de Colonización, que venía otorgando más de 120 por año. En 2020 ya hubo una caída a 89, y en el año 2021 solo otorgó 62, lo que representa no solo la dificultad de acceso a la tierra para muchos productores, sino también de asistencia a los colonos.

Si a esto le sumamos que estaba proyectado que iba a asignarse un monto anual de hasta UI 135.000.000 con destino a la compra de tierra, por el artículo 308 de la Ley nº.19.996, en realidad, lo que sucedió en el 2021 fue que el Ministerio de Economía y Finanzas, lamentablemente, no transfirió ni un solo peso.

En definitiva, en una época de bonanza económica para la actividad agropecuaria, el gobierno en vez de potenciar las políticas de atención diferencial para la producción familiar, hizo todo lo contrario: realizó un recorte importante de los recursos, disminuyó la cantidad de productores familiares asistidos, compró menos tierra, no financió nuevos créditos ni subsidió las tasas de interés de los créditos, como lo había planteado.

El sector agropecuario ha crecido en el último año y seguirá creciendo en el 2022. Pero, como ya vimos, la situación es muy desigual. Los productores más pequeños están en una situación crítica. Nuestro país necesita políticas públicas robustas que atiendan las necesidades de los sectores más débiles, primero porque son quienes abastecen al mercado interno, pero además porque también deben poder participar de los beneficios del crecimiento económico de la actividad agropecuaria.

Publicado en Montevideo Portal el 27 de octubre de 2022.

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