Los lobos andan sueltos, escribe Charles Carrera

La reciente aprobación de la Rendición de cuentas nos dejó enseñanzas muy interesantes. Lejos de referirme a aspectos cotidianos vinculados a la agenda del gobierno, en esta instancia centraré el análisis desde otra perspectiva, una que me preocupa más que cualquier discusión coyuntural.

El espejo de los vecinos

Según el último informe de Latinobarómetro, Uruguay se destaca por ser un modelo de estabilidad democrática, bienestar y optimismo económico, en una región marcada por enfrentamientos y rispideces. Entre 2010 y 2023 aumentaron de 16% a 28% los latinoamericanos a los que les daba lo mismo «un régimen democrático que uno no democrático». En 2024, por primera vez desde 2010 la cifra disminuyó: paso de 28% a 25%.

De todos modos, resulta preocupante que uno de cada cuatro latinoamericanos se declare indiferente al tipo de régimen, lo que genera una tierra fértil para el desarrollo de gobiernos autocráticos. A esto debe sumarse otro dato inquietante y es que las instituciones mejor evaluadas son la Iglesia y las Fuerzas Armadas. Esto podría explicarse porque ninguna de las dos participa del debate político ni se sumerge en el barro —en el que muchas veces terminan las discusiones políticas— ni integran la agenda del debate público. Quizás sea el propio sistema político el responsable de su falta de prestigio y de cosechar el rechazo social por no saber debatir con altura y transmitir esa idea de que todo vale con tal de liquidar al otro.

El caso argentino es muy evidente. El presidente Javier Milei encabeza un modelo de gobierno que podría denominarse «democracia autoritaria», porque mantiene las formas de representación democrático-republicanas, pero las combina con discursos de odio, exclusión y aislamiento de las minorías. Mientras levanta la bandera de la eficiencia total muestra un fuerte desprecio por la convivencia democrática.

El espejo de los vecinos debe llevarnos al aprendizaje y a transitar un camino diametralmente opuesto. Debemos proponernos los mejores caminos del entendimiento: retrocediendo cuando sea necesario y avanzando con paciencia cuando se pueda.

La preocupación extendida y los lobos

El politólogo Moisés Naim en su libro La revancha de los Poderosos identifica a tres enemigos de la democracia: la posverdad, derivada de redes sociales que banalizan la conversación pública y manipulan la información; el populismo, que ofrece soluciones falsas a problemas reales; y la polarización, que destruye consensos, dinamita el centro y transforma la política en un campo de trincheras.

La democracia comienza a resentirse cuando el ruido reemplaza al contenido y los argumentos se ven desplazados por consignas que buscan dividir antes que construir. En contextos así, lo que se pierde es la posibilidad de un diálogo genuino y profundo sobre los grandes temas que importan a la ciudadanía.

En Uruguay, este fenómeno aún no ha alcanzado los niveles de confrontación que se observan en otras latitudes. Aquí, persiste —aunque con signos de tensión— una tradición de polarización contenida, que permite la convivencia democrática. Sin embargo, sería ingenuo ignorar los indicios de una nueva corriente discursiva que comienza a recurrir a la violencia simbólica, a la descalificación permanente y al uso del miedo como herramienta política.

Sabemos que hay lobos sueltos. Que se organizan, que gritan, y que agrietan. Pero no vamos a imitarlos. Porque la política no se hace aullando, sino gobernando. Y gobernar, para nosotros, es asumir el compromiso de fortalecer la democracia mientras se mejora la vida de la gente.

No les daremos el gusto de vernos caer en su juego, seguiremos construyendo. Porque como al ruido se lo derrota con silencio, al odio se lo derrota con diálogo. Por ese camino, dentro de unos años, podremos seguir diciendo que Uruguay es una isla en la defensa de los valores democrático-republicanos.