La Universidad Nacional de Río Cuarto otorgó en junio de 2022 el diploma Honoris Causa a Pepe Mujica, por su trayectoria en la militancia política y social. Lejos de los faroles, Pepe recibió a una delegación de la universidad y conversó con ellos sobre los desafíos principales de nuestra actualidad.
Aquí un extracto del diálogo:
La historia humana no es solamente voluntad. Pero tampoco se entendería sin la participación de la voluntad organizada de los humanos. Como especie ambivalente, capaces de gestos heroicos y conductas abominables, lo mejor es empezar a conocer nuestra naturaleza: qué somos, qué nos dio la naturaleza, cuáles son las cosas que nos mete la cultura y la civilización, etcétera.
Como decía Plejanov, hay un papel de los individuos en la historia. Como animales gregarios, vivimos en comunidad. La civilización es hija de la cooperación intergeneracional, heredada al nacer. Desde el fuego y la herradura hasta la actual biología molecular. Y esa construcción colectiva, capital común, cómo lo repartimos, para qué lo usamos.
Hoy, que los humanos nos transformamos en un “agente geológico”, que incidimos sobre la naturaleza, ahora que ella nos tiene que soportar a nosotros y es peligroso que nos cobre, han aparecido problemas que no existían.
Tenemos los problemas de la libertad, la distribución, de la gente. Pero tenemos un problema vital, un problema de existencia: o sucumbimos ante un holocausto ecológico o tomamos medidas. Ese es el desafío de nuestro tiempo que corre.
No va a caer del cielo por la cantidad de intereses a enfrentar. Vamos a pagar un costo, carísimo. Ciudades inundadas, grandes sequías, huracanes formidables, destrozos, calentamiento global, cambio de conducta en las especies. Lo triste es que el hombre sabe lo que pasa y sabe lo que había que hacer. A lo largo de la historia el hombre hizo barbaridades pero no sabía. Hace al menos 30 años que sabemos qué es lo que va a pasar y se está cumpliendo.
No falló la ciencia, falló la política. La crisis ecológica es política.
La política no puede enfrentar las contradicciones económicas tan fuertes, no las puede torcer. Montamos una civilización que no podemos gobernar. Pensamos que 8.000 millones de humanos van a vivir como los estadounidenses. Hagan la cuenta: este planeta no va a resistir.
Grandes discursos y congresos, pero una guerra y todos ya salen desesperados a conseguir petróleo. ¿Y las energías alternativas? Ya se olvidaron de ellas.
Las sociedades modernas son cada día más ingobernables. Nosotros venimos de sociedades más jerarquizadas pero eso ya no va a funcionar para la humanidad que viene: la enseñanza va a tener su vértice, la industria también, los gobiernos serán moderadores pero no decidores, buscando equilibrios pero no decidiendo. .
Y la gente prefiere la simplificación, lo que nos lleva de cabeza a un totalitarismo, queremos hacer un plan que lo rija todo, pero con eso matamos a la creatividad que hay abajo porque cada mundo es un universo. Un aparato de gobierno lo único que hace es quitarle la libertad.
Irrumpe la civilización digital. La robótica sustituye mano de obra. Muchos empleos van a desaparecer, aparecerán otros. La nueva categoría de máquinas, las que piensan, son un brutal desafío para toda la humanidad, una nueva categoría que el hombre jamás vio en la Tierra.
Las universidades también tienen un desafío brutal porque educarán lo que será la conducción de los países. Hoy ingresan a las universidades los que mañana gobernarán América Latina y nos van a gobernar por lo que sepan y por la velocidad de los cambios del conocimiento, que es abrumadora. La humanidad del futuro estará 20 años trabajando y 30 estudiando.
En ese marco, tenemos un estancamiento en materia de valores. Esta cultura, funcional a la acumulación capitalista, a veces usa la fuerza, pero lo que le genera supervivencia es la generación de una cultura que envuelve a toda la sociedad, una forma subjetiva de manejar las conductas concretas de nuestra vida que nos transforma en voraces consumidores.
Es como si estuviéramos comprando a plazos la felicidad. Nos hace confundir ser con tener. Una vanidad corporativa permanente. Pero tiramos un montón de basura y vivimos angustiado por pavadas.
Me dicen: “sí, pero con eso generamos fuentes de trabajo”. Así que para generar fuentes de trabajo tenemos que vivir como esclavizados…
Nada nos alcanza porque todo está hecho para conducirnos a eso. En la edad media educaban a la gente para que entiendan que la vida era un valle de lágrimas porque después viene el paraíso; ahora estamos en un mundo más laico, te la prometen en cuotas. Nunca alcanza. Eso es funcional a la acumulación. Pero ¿qué se acumula? Tiempo humano. Porque en el fondo no comprás con plata, comprás con el tiempo de tu vida que gastaste para tener esa plata.
Todo ser humano tiene que trabajar para vivir, hay necesidades materiales para cubrir. Pero no se puede reducir la vida a trabajar y al compromiso económico. Entonces, ¿a qué venimos? ¿A sufrir? No, hay que replantearse una cultura distinta.
A mí me hicieron pinta de presidente pobre. ¿Pobre? Pobre son ellos, son una manga de desgraciados. Tienen que gastar un montón de plata para moverse tres cuadras. Si se puede vivir con menos cosas, menos problema.
Mi generación pensó que podía cambiar las cosas cambiando las relaciones de producción y distribución. No midió que atrás había una batalla cultural en todo esto. Sin cambiar el problema de la cultura, de nada vale cambiar el problema de las relaciones de producción.
Porque no puedo arreglar el mundo, pero lo que puedo arreglar es que el mundo no me lleve de la nariz, para que no me lleven con una campaña de marketing. Que me tengan hipotecado, trabajando como un perro para pagarles las cuotas a ellos. Que se vayan a cagar.
Eso sí, hay que asegurar lo fundamental. El techo, la comida y cierta estabilidad.
Educación, salud mental y trabajo entre las preocupaciones de los más jóvenes, en un diálogo profundo con Pacha y Blanca.
“Es nacido de un trabajador común y corriente. Y representa, precisamente, el tipo medio de lo que es el Uruguay. Por eso lo voto y le pido a mi pueblo que lo acompañe”.
El compañero Daniel Caggiani señaló que Yamandú Orsi se presentó en el debate presidencial con propuestas claras y una visión de futuro, logrando contrastar dos modelos de país distintos.
Desde Las Piedras, donde el interior y el país metropolitano se abrazan, Yamandú Orsi llamó a reconciliar las distintas realidades para construir un país de certezas.
Proponemos un cambio en el que todos podamos vivir tranquilos, con más solidaridad, con más bienestar. “Sabremos cumplir”, dijo Yamandú Orsi.
Si no creyéramos que los humanos pueden construir un mundo un poco mejor, menos ruin, menos egoísta, ¿qué sentido tiene la vida y qué precio tiene la esperanza?