Productividad, tecnología, derechos y una carga horaria que es de las más altas del continente sobre las espaldas de los trabajadores uruguayos.
Uruguay, uno de los países latinoamericanos con mayor carga horaria semanal, merece la discusión. Solo El Salvador y México superan a nuestro país. Una redistribución necesaria ante la incesante incorporación de tecnología al ámbito del trabajo.
Es que la tecnología mejora sustancialmente los márgenes de ganancia empresariales al asociar las nuevas herramientas del conocimiento con el capital humano. El avance tecnológico debería servir a la anexión de más capas sociales de uruguayos a los derechos, no a su expulsión.
Los sectores conservadores, los integrantes del mundo productivo, se oponen férreamente a este tipo de iniciativas, bajo el argumento de los aumentos de costos. Pero el texto propuesto a debate plantea un ciclo de cuatro años para incorporar el nuevo régimen, para adecuar tecnología, productividad y derechos.
Este es un proyecto que tiende a mejorar la distribución del trabajo existente, a optimizar el bienestar de los trabajadores y las trabajadoras y adecuarse a una nueva realidad laboral. Francia redujo a 36 horas la semana laboral, Chile y Argentina están debatiendo este asunto a nivel parlamentario.
En el primer año se aplicaría una reducción de 48 a 46 horas semanales. En el segundo, de 46 a 44 horas. De 44 a 42 horas en el tercer año de vigencia y finalmente a 40 horas semanales de labor.
La propuesta no se aplicaría en los sectores que tengan regímenes más beneficiosos a partir de leyes especiales, convenios colectivos, laudos del Consejo de Salarios, etcétera. La reducción horaria no implica caída salarial, el tope horario por jornada se ubicaría en 8 horas y todo horario que exceda la jornada diaria se remunerará como horas extras tal como indica la actual legislación.
Este documento promovido por el MPP ante la bancada del Frente Amplio es otro incentivo más para el debate amplio, fraterno, profundo y de mirada larga. Para volver a retomar las posiciones más avanzadas en legislación y derechos, espacio que nuestro país supo asumir como un ejemplo en el mundo.
“Mi deber como ciudadano y militante político es renunciar y presentarme ante la justicia para dar todas las explicaciones”.
La historia la construyen los de abajo, con el corazón abierto para luchar contra las injusticias sin pedir nada a cambio. Los que construyen el sueño de una patria para todos.
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Por un país que cuida la seguridad y orienta los recursos del Estado a atender lo que debe atender, no para perseguir intereses políticos, expresó Yamandú Orsi.