Blanca Rodríguez, Ana Inés Machado, Gabriel Rossi y Federico Preve protagonizaron el Conversatorio sobre Salud Mental de este martes 8, con propuestas y desafíos para los próximos años
La salud y las dificultades para acceder a medicamentos o especialistas es uno de los problemas más mencionados en las giras por el interior. Y detrás, expresado como una angustia, la falta de respaldo en salud mental para tantas uruguayas y uruguayos.
La compañera Blanca Rodríguez recordó este reclamo popular durante este martes 8, en el marco del conversatorio organizado por el Espacio 609. No se podía hablar sobre salud mental o suicidios en los informativos por temor al miedo al contagio. Sin argumentos científicos detrás, ni en los hogares ni en medios de comunicación se hablaba de este caro asunto.
La población tiene hoy una mirada diferente. Hoy, asociado a la falta de apoyo profesional y al consumo problemático de sustancias, parece importante dialogar con personalidades de dilatada trayectoria para abrir el espacio y darnos la oportunidad de dialogar.
La concepción de la salud mental y su aterrizaje en territorio fue el foco que abordó la psicóloga Ana Inés Machado. Uno de los pilares para la prevención del suicidio está en la promoción en adolescentes de habilidades para la vida.
Esto incluye manejo de la regulación emocional, tolerancia a las frustraciones, estrategias de afrontamiento. Una de las formas es fortalecer la salud mental en jóvenes, población que presenta altos registros de suicidios. También enfocó en los adultos que abordan estos problemas de salud mental, desde padres y madres a profesionales.
En la primera infancia, hasta los 3 años, el cerebro crece rápidamente. Sobre la adolescencia, entre los 10 y 14 años, se achica y especializa. Por esto, para el psiquiatra Gabriel Rossi subrayó que las políticas públicas deberían estar abocadas a cuidar estos dos momentos, a riesgo de construir una sociedad “agujereada”. “En ocasiones, los niños no interactúan con los vecinos, me preocupa de dónde partimos y creo que debemos apostar a trabajar en el apego, en la primera infancia”, sintetizó.
Para el psiquiatra especializado en niños y adolescentes, hay que trabajar en políticas públicas que sean pensadas de aquí a 15 años. Como ejemplo, recordó que uno de los modelos más preventivos en el consumo problemático de sustancias es el apego entre niños de 0 a 2 años y madres.
Al cerebro lo modula el ambiente, agregó Federico Preve. Un techo, el frio y el hambre, la posibilidad de jugar, espacios para el estudio y el arte, son todos elementos que hacen a la salud mental y generan la personalidad. Cuanta más violencia, dijo el neurólogo, más problemas de salud mental se registrarán, explicó.
Hoy asistimos a un círculo vicioso entre el consumo problemático, la situación de calle, cárcel y liberación, desamparo y vuelta al consumo, situación que consideró a todos como sociedad responsable.
Blanca Rodríguez preguntó, en este punto del diálogo, cómo se puede trabajar este tema y qué rol pueden tener otros agentes
Machado subrayó que este es un problema de todos, lo cual debería abrir la puerta a pensar que todos somos agentes de prevención, porque parte de las acciones recomendadas tienen que ver con el trabajo en comunidad.
Por ejemplo, personal experto en guías y protocolos de las últimas décadas en nuestro país indican que las personas que atravesaron por el riesgo de autoeliminación o sus familiares también deberían estar en la participación de un diseño de planes para la prevención del suicidio. Pero no están y su espacio fue enfatizado por Machado.
Se puede implementar un conjunto de capacitaciones que no tienen que ser muy técnicas con adolescentes, con referentes locales, con adultos, y de allí detectar situaciones que puedan se trabajadas por profesionales. Falta mucho por hacer, agregó.
Para Rossi, hay que ser prácticos. El país tiene registros sobre múltiples problemas en salud mental: violencia de género, suicidios, abusos, consumo problemático, etc. Pero hay que pensarlos como política pública coordinada, gestionada de forma acorde, algo importante en el día a día, porque el Uruguay tiene una buena Ley de Salud Mental y un buen Plan de Salud Mental. Pero votar una ley sin dotarla de presupuesto es algo “muy preocupante”, concluyó.
En cuanto a los costos del alcohol en Uruguay, rememoró los reportes que señalan el gasto equivalente a “tres Antel Arena” en costos directos e indirectos debido al tratamiento de personas con esta adicción, problemas de salud o laborales. Además, la ludopatía apareció entre adolescentes y niños. “¿Esto es drogas? No, pero estimula el circuito de recompensas, es el mismo problema sin que entre una sustancia y te haga pelota el cerebro”. Tenemos índices de pobreza infantil de los más altos en América Latina, y las políticas son fragmentadas.
Recalcó que el Plan Nacional de Salud Mental cuenta con un capítulo sobre agentes comunitarios que no se llevó adelante. Ese plan hay que retomarlo y hay que impulsarlo en el próximo quinquenio y transformarlo en políticas de Estado.
Este gobierno destinó 20 millones de dólares de forma desarticulada, sin objetivos, metodología ni plan, sin indicadores ni resultados para medir. Como perdigonadas, para ver qué mejora.
Pero hoy se destina parte de estos fondos de forma que no se pueden determinar porque mucho no se ejecuta a propósito debido al déficit fiscal y otros se dirigen hacia el clientelismo “puro y duro”.
En otras tiendas, se proponen planes de marketing que aparecen como planes de salud mental, que no dialoga con la normativa actual, sin planes ni referencias a la comunidad. Plagado de buenas intenciones y alejado de la realidad y trayectoria del país.
Los problemas de salud mental en adultos son crónicos. Por eso, soluciones de 15 días no solucionan. El seguimiento, no solo de psiquiatras, sino de asistentes sociales, enfermeros, educadores sociales, es decir un equipo de salud mental, son fundamentales. Esto es “largo y carísimo”, advirtió y ejemplificó, “mandan a mendigar a personas con problemas de adicción y no es un derecho del usuario hacer mendicidad, nosotros lo avalamos y eso es responsabilidad de la comunidad”.
Recordó la presentación ante el Parlamento, en 2023, un fideicomiso público y privado para construir una red nacional de salud mental, un diseño como el del sistema integrado de salud pero dedicado a esta área que funcione como puerta de entrada tanto para lo público como lo privado. Hay experiencia nacional, añadió.
“Tenemos la proporción de psicólogos y psiquiatras más avanzada en América Latina y, aun así, la consulta demora 8 meses y todavía con la confusión de que siempre te tiene que ver un médico psiquiatra; tenemos que ofertar una atención que ofrezca muchas disciplinas juntas”.
Preve sostuvo que se piensa en equipos básicos con psicólogos, enfermeros, médicos generalistas y agentes comunitarios, éstos últimos con un rol más protagonista. Si no abrimos los equipos a la participación social no vamos a lograr grandes cosas, advirtió.
Para radicar gente en el interior hay que abrir centros de formación en el interior. En Salto y Paysandú hay casi 900 médicos a punto de recibirse y hay que darles la oportunidad de especializarse allí.
También marcó la relevancia de la capacitación porque en Uruguay no hay una formación de grado específica con lo relativo a los suicidios, y se reciben sin conocer cuestiones básicas en el abordaje, prevención y promoción en este tema.
Los dejamos con el Conversatorio sobre Salud Mental del martes 8 de octubre.
Educación, salud mental y trabajo entre las preocupaciones de los más jóvenes, en un diálogo profundo con Pacha y Blanca.
“Es nacido de un trabajador común y corriente. Y representa, precisamente, el tipo medio de lo que es el Uruguay. Por eso lo voto y le pido a mi pueblo que lo acompañe”.
El compañero Daniel Caggiani señaló que Yamandú Orsi se presentó en el debate presidencial con propuestas claras y una visión de futuro, logrando contrastar dos modelos de país distintos.
Desde Las Piedras, donde el interior y el país metropolitano se abrazan, Yamandú Orsi llamó a reconciliar las distintas realidades para construir un país de certezas.
Proponemos un cambio en el que todos podamos vivir tranquilos, con más solidaridad, con más bienestar. “Sabremos cumplir”, dijo Yamandú Orsi.
Si no creyéramos que los humanos pueden construir un mundo un poco mejor, menos ruin, menos egoísta, ¿qué sentido tiene la vida y qué precio tiene la esperanza?