Este 20 de febrero se cumplen 3 años de la inesperada partida de Eduardo Bonomi. Por Graciela Barrera.
Hoy quiero hacer justicia con quien me invitó a ser parte de la utopía, esa que -al decir de Eduardo Galeano- nos sirve para caminar. Alguien que, lamentablemente, ya no está con nosotros. Este 20 de febrero se cumplen 3 años de la inesperada partida de Eduardo Bonomi.
Hablo de hacer estricta justicia porque durante sus gestiones tuvo mucha resistencia, a pesar de tener un acervo inconmensurable tanto como ministro de Trabajo y Seguridad Social (durante el primer gobierno del Frente Amplio), como en las dos gestiones al frente del Ministerio del Interior, en los gobiernos de José Mujica y Tabaré Vázquez.
Justicia porque tuvo una gestión que fue muy criticada por su rol al frente de la cartera encargada de la seguridad, sin que se reconozca -al menos- la frontalidad y honestidad de quien advirtió siempre sobre lo que se vendría, con argumentos que se utilizan hoy sin pudor alguno por los mismos que le criticaron antes.
Artífice de una profunda transformación, hoy quiero recordar que fue Bonomi quien actualizó y dignificó a la Policía Nacional con nuevas tecnologías, comunicaciones encriptadas con el sistema TETRA, cámaras de videovigilancia, mejora del armamento y vestimenta policial, sistemas de gestión de los recursos humanos. También dignificó el salario policial y redujo los servicios extraordinarios (art. 222) sin pérdida de ingreso salarial, lo cual permitió que la jornada policial fuera la normal de cualquier trabajador. Además, reformó el sistema de privación de libertad con la creación del INR -Instituto Nacional de Rehabilitación-, y la pertinaz prédica de una rehabilitación, en la cual el trabajo -el Polo Industrial del exComcar fue un claro ejemplo- y la educación, serían instrumentos para una genuina rehabilitación. Quiero hacer justicia por su enorme preocupación por el hacinamiento, que tanto impacta en el proceso de la privación de libertad, habiendo dejado al INR con más plazas que privados de su libertad al término de su gestión, entre muchos otros ítems.
Hoy tenemos esperanza en que, finalmente, se logren los acuerdos necesarios para enfrentar esos peligros que advirtiera una y mil veces Bonomi junto a Julio Guarteche, también fallecido.
A Eduardo Bonomi le debo -también- mi eterno reconocimiento por haberme invitado a caminar en pos de esa utopía que me permitió sobrellevar el peor duelo que pueda vivir una madre y transformar todo ese dolor en solidaridad y empatía, lejos del odio y la venganza.
Por todo eso y mucho más que merecería decirse, hago este reconocimiento póstumo a un gran ministro y mejor persona.
Graciela Barrera
20 de febrero de 2025
Una cuestión de estricta justicia
— Graciela Barrera (@GBarrera609) February 20, 2025
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