En la primera parte hablamos del panorama complicado que tiene Uruguay: un mundo más cerrado al comercio, créditos caros, precios de exportación bajando y un país que viene perdiendo competitividad. Con este escenario, el nuevo gobierno deberá encarar un camino que apueste al desarrollo con justicia social y cambios profundos en cómo producimos. A continuación desarrollaré algunas propuestas concretas.
Luis Batlle Berres decía que industrializar el país era una «guerra santa». La industria es clave si queremos crecer como país. Hoy, más que nunca, esa frase sigue teniendo sentido.
Uruguay necesita sí o sí diversificar lo que produce, y eso implica apostar por el desarrollo industrial. Hay que potenciar a las industrias nacionales con políticas activas: fomentar inversiones en innovación, tecnología y trabajo de calidad. Esto se logra con beneficios fiscales inteligentes, créditos accesibles para las pequeñas y medianas empresas, y un Estado que se involucre para empujar la inversión productiva. Sin olvidarnos de las grandes industrias, que en su momento ayudaron a cambiar la estructura social del país creando empleo e integración.
Tenemos que avanzar desde lo que ya sabemos hacer bien: carne, soja, leche, celulosa. Con eso, podemos agregar valor, generar empleo y mover la economía en todo el país, especialmente en el interior. No se trata de cerrar la economía o frenar importaciones porque sí, sino de aprovechar lo que tenemos y hacerlo mejor, con más tecnología y más complejidad.
Hablando del interior… esa vieja deuda continúa pendiente. Debemos dejar de repetir que vamos a descentralizar y hacerlo en serio: invertir en rutas, internet, salud, educación y cultura fuera de Montevideo. La agenda territorial tiene que incluir una buena estrategia de logística, incentivos para que se invierta en otras zonas y más poder para los gobiernos departamentales. Además de desarrollar polos productivos regionales que permitan generar fuentes de trabajo de calidad.
Todo esto arranca con una buena educación. Necesitamos una educación pública fuerte, con foco en lo técnico y con conexión real con el mundo del trabajo. La famosa reforma educativa del gobierno de Lacalle se quedó en eslogan: bajaron la exigencia y no cambió nada de fondo. Ahora necesitamos una verdadera revolución educativa que prepare a los gurises para los trabajos que vienen. Sin educación, no hay desarrollo posible.
Y eso va de la mano con invertir en ciencia, tecnología e innovación. Hay que reforzar la ANII, la Universidad de la República y los centros de investigación. Sin conocimiento no hay futuro, ni transformación productiva sin ciencia.
También tenemos que aggiornar nuestra estrategia comercial. El mundo ya cambió. Hay que mirar a nuevos mercados y negociar con inteligencia sin romper con el MERCOSUR. Nuestra política exterior tiene que pensar en el largo plazo, cuidando nuestra soberanía, los derechos humanos y el desarrollo sostenible.
Además, hay que revisar los tratados comerciales con otra mirada, pensando en el desarrollo del país y protegiendo sectores clave. En especial, en los tratados bilaterales de inversión que muchas veces nos atan de manos para aplicar políticas públicas que impulsen el empleo, la industria y la equidad.
Con liderazgo, empatía y una visión clara, este nuevo gobierno tiene la chance de hacer historia. No alcanza con seguir la corriente: hay que animarse a transformar. El Frente Amplio tiene la responsabilidad de encabezar ese cambio, con coraje, compromiso y la participación de todos y todas.
Uruguay puede volver a ser ejemplo. Pero eso va a depender de lo que hagamos hoy. Con unidad, justicia social y el liderazgo firme de Yamandú Orsi podemos construir un país más justo, más productivo y más solidario.
Charles Carrera
¿Cómo se sostiene su legado? Trabajando mucho. Haciendo que ese mensaje se transforme en hechos, dijo Orsi.
Si algo nos enseñó con su pasión es que este camino por hacer del mundo un lugar mejor nunca es individual; siempre es colectivo.
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"La vida está llena de tropezones y fracasos. Pero es hermosa. Vivila al tope, con generosidad".
Ciencia y trabajo en muto apoyo. Diálogo permanente y democracia plena, parte de los desvelos de José Pepe Mujica.