El Parlamento aprobó el programa “Uruguay Impulsa: trabajo y capacitación”, impulsado por el Poder Ejecutivo, que combina empleo protegido, formación y cobertura social para personas que hoy no tienen ingresos ni seguridad social. Es una política que no nace de cero: recoge aprendizajes de los antiguos jornales solidarios, de otras experiencias anteriores y les suma mejoras sustantivas.
Uno de los avances más destacados del proyecto es el componente de formación, que no está ahí por azar: representa un 20 % del tiempo total del programa, y está planificado como una herramienta concreta para fortalecer habilidades laborales y personales. Esta capacitación, a cargo del INEFOP, está diseñada para que el día después no sea solo una esperanza, sino un camino. Basada en contenidos diseñados a partir de estudios previos y de las trayectorias e intereses de cada participante. Incluirá desde habilidades básicas para el empleo —organización del trabajo, comunicación, resolución de problemas— hasta competencias específicas como herramientas digitales, atención al cliente, nociones de mantenimiento, y formación adaptada a sectores con demanda laboral en cada territorio. El objetivo es claro: que al culminar el período, las y los beneficiarios no solo cuenten con un ingreso y experiencia de trabajo, sino con un conjunto de conocimientos y destrezas que les permita dar el siguiente paso en el mercado laboral con mayores posibilidades reales de inserción o reinserción.
Además, el proyecto avanza en inclusión al reconocer la realidad que enfrentan las mujeres que cuidan niños pequeños. El programa permite que las madres con hijas o hijos de hasta 3 años trabajen cuatro horas en lugar de seis sin perder el ingreso total. No se trata de una excepción: es una medida clara de equidad incorporada directamente en el diseño de la política.
En San José, como en tantas localidades del país, este programa tiene un valor que va más allá de los números. Aquí, muchas veces la mayoría conoce el rostro, el nombre y la historia de quienes se inscriben y de quienes resultan beneficiarios. Esa cercanía le da un sentido comunitario especial: no es una persona anónima la que consigue trabajo, es alguien que ya forma parte de la vida del barrio, de la ciudad, del pueblo.
Hace poco, hablé con un vecino que participó en un plan similar. Me contó que, antes de entrar, llevaba meses sin trabajo y con la autoestima por el piso. “Cuando no tenés trabajo, no tenés nada —me dijo—, la vida se te pone cuesta arriba”. Su ingreso al programa fue un punto de quiebre: “No era solo el trabajo, era levantarme cada mañana con un motivo. Sentir que hacía algo útil para mi barrio, y que la gente lo notaba”. Ese “seguir” no significaba únicamente cumplir con las tareas asignadas: era seguir adelante con la vida, recuperar el rumbo, reencontrarse con uno mismo.
Uruguay Impulsa busca eso: tender un puente entre la exclusión y la participación activa en la vida social y laboral. No es la solución definitiva a todos los problemas del empleo y la desigualdad, pero es un paso firme para que nadie quede atrás.
Desde el Gobierno y el Frente Amplio asumimos esta tarea con responsabilidad: cuidar, incluir y abrir caminos. Y lo hacemos sabiendo que, aunque en todo el país las políticas públicas se traducen en personas concretas y no en simples números, en las localidades del interior esa verdad se siente con más intensidad: allí, donde todos nos conocemos, cada cupo tiene un rostro, un nombre y una historia que forma parte de la vida cotidiana.
Las buenas políticas se miden en resultados, pero también en historias. Y las historias que surjan de Uruguay Impulsa serán la mejor prueba de que cuando el Estado está presente, la comunidad crece.
Nicolás Mesa
Representante Nacional
Espacio 609 – Frente Amplio
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