Estamos viviendo momentos de profunda alegría. Ayer, el Frente Amplio regresó al gobierno porque la voluntad popular expresó en las urnas su anhelo de cambio.
El FA vuelve con la misma convicción con la que transformó el país en sus quince años de gestión, con el aprendizaje de los errores cometidos y con el compromiso inquebrantable e ineludible de gobernar para todas y todos. «La única ambición de este gobierno está íntimamente ligada a la búsqueda de la pública felicidad», sostuvo nuestro flamante presidente ante la Asamblea General.
El resultado del 24 de noviembre no implicó solo un cambio de gobierno, sino también un mensaje claro contra la gestión del gobierno multicolor, un gobierno que profundizó desigualdades, que se vio envuelto en numerosos escándalos de corrupción y que persiguió a la oposición, lamentablemente junto a Mario Bergara fuimos víctimas de espionaje por denunciar la entrega de nuestro puerto.
Nos dejan un país con un crecimiento económico estancado, donde la desigualdad ha aumentado y las políticas públicas han sido insuficientes para atender las necesidades de la mayoría. La economía ha registrado un crecimiento promedio del 1% anual, el salario real ha caído durante cuatro de los cinco años anteriores y la pobreza ha aumentado, afectando principalmente a la infancia y a los sectores más vulnerables.
Las tarifas públicas han subido por encima de la inflación, deteriorando la capacidad adquisitiva de la población. A esto se suma una inversión en infraestructura insuficiente, que ha frenado el desarrollo y dejado proyectos inconclusos. En materia de vivienda, se registran 40 mil personas más viviendo en asentamientos desde 2019, un reflejo del impacto de las políticas de recorte y del retroceso en la construcción de viviendas sociales.
Una situación realmente delicada que requiere de acciones tendientes a la recuperación del país para que vuelva a un círculo virtuoso de crecimiento y prosperidad.
Recibimos un país golpeado por años de retrocesos en materia social y económica. La recuperación del salario real, el fortalecimiento de la educación pública y el acceso a la vivienda digna serán algunas de las prioridades para estos cinco años. Es fundamental revertir la desinversión en infraestructura educativa y en políticas de atención a la primera infancia, garantizar una recuperación salarial justa y avanzar en la construcción de nuevas soluciones habitacionales. También será clave fortalecer la seguridad pública con un enfoque integral que atienda no solo la represión del delito, sino también sus causas estructurales.
En salud, nos enfrentamos al deterioro del sistema público, con recortes en medicamentos, tiempos de espera prolongados y falta de inversión en infraestructura hospitalaria. Es prioritario garantizar el acceso universal a una atención de calidad, revirtiendo el debilitamiento de ASSE y asegurando que la política sanitaria pública recupere su papel de rectoría sobre el sistema de salud.
Como dijo Yamandú en su primer discurso como presidente: «El país necesita recuperar una senda de crecimiento que genere (…) no sólo mayor cantidad, sino también, calidad de trabajo; que permita un piso de dignidad salarial y, con ello, una mejor distribución del ingreso.»
Lo que ocurrió el último domingo de noviembre no fue el triunfo de un hombre ni de un partido; fue el triunfo de la esperanza, de la certeza de que un Uruguay mejor es posible. Por eso, hoy más que nunca, podemos decir con orgullo y emoción: ¡Volvimos!
Charles Carrera Leal
Dirigente político del MPP y Frente Amplio
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