¿Cómo se sostiene su legado? Trabajando mucho. Haciendo que ese mensaje se transforme en hechos, dijo Orsi.
“No porque uno supiera que esto iba a ocurrir, deja de impactar todo”, expresó el presidente Yamandú Orsi sobre la partida de José Pepe Mujica, este martes por M24.
“Hace tiempo que el viejo nos venía preparando. Se lo dijo a Lula mismo. Pero igual, no te terminan de caer todas las fichas. Hoy me preguntaron, colegas, ustedes… ‘Y ahora, cuando tenga algo para preguntarle, ¿dónde va a ir?’.
Lo que se me ocurrió decir fue: ‘Nos sentaremos a pensar entre nosotros’. Pero es cierto. Yo no era de arrancar cada tanto. Me llamaba, o si había un tema particular, nos sentábamos, yo iba hasta ahí. Pero la tranquilidad que me queda es saber qué pensaba Pepe de cada uno de los temas, desde lo más amplio a lo más simple. Desde amplios temas de geopolítica y terminábamos hablando biología o las vacas. Últimamente me pasaba eso, aprendí mucho de agro en dos o tres clases.
Pepe tenía autoridad porque lo estudiaba. Se dedicó a estudiar biología, yo no sé cuánto tiempo le dedicó en los últimos años. Cuando hablaba de esos temas con gente de peso académico, hablaban de igual a igual. Tenía la ventaja de conocer al productor y al trabajador rural, esa mezcla.
Entonces me quedé sin respuesta ante los colegas y pensé: hablaremos entre nosotros, ¿no? Eso es lo que corresponde. Lo que él planteaba: ahora les toca a ustedes.
Él tenía mucha preocupación por los temas internacionales, por América Latina. A veces planteaba cosas que sabía que no se podían concretar, pero lo hacía igual. Tiraba para ver si prendía. Detrás de eso había una elaboración. Yo creo que, más que darte una receta, te marcaba la posición desde la que tenías que pararte. Después, lo que lograras, se vería. Lo vi discrepar con pensadores o políticos de peso en América Latina. Por ejemplo, cuando decía que había que insistir con México.
También leía a Confucio, le preocupaba mucho la cultura china, pero su puntería era América Latina. Más allá de lo que él supiera, estaba lo que él te quería transmitir para que vos agarraras viaje. Machacaba con eso. Tenías que poner a alguien dedicado al tema de integración. A todos se lo decía: a los argentinos, a los brasileros. Lo que él te marcaba era el camino.
Cada uno de estos veteranos pone la lupa con una intención. El «Ñato» (Huidobro) tenía una visión complementaria, pero diferente. Pepe era latinoamericanista. Mujica tenía un profundo respeto con la historia argentina. Compartía visión con el “Tucho” Methol Ferré.
Más allá de todo el conocimiento, lo importante era la intención que tenía cuando hablaba contigo. Dejó a todo el mundo encendido con eso. Pienso en los chilenos, en los colombianos. Pensamiento progresista enfocado de formas distintas.
Muchas de esas reflexiones no buscaban imponerse. Tenían una intención clara, colocarte en un lugar desde donde pensar lo correcto. Pero nunca imponía. A veces, sí, con bromas. Nunca estaba para «tirar pólvora en chimangos». A veces sus colegas le preguntaban cosas incómodas sobre la región, pero arrancaba para otro lado.
Debo reconocer que enfocaba estos temas con mucha paciencia. Sabía que los procesos eran pendulares. Y sostenía que no importaba el signo del gobierno, que había que buscar el punto de conexión para seguir dialogando. Está bueno que eso exista, el mundo nos está demostrando que está un poco más compilcado. No atarse solo a la coincidencia ideológica.
Y también se daba cuenta de que una herramienta se desgastaba, también te lo decía. Tenía esa capacidad de reconocerlo. A veces, claro, sus ideas eran malinterpretadas, o mejor dicho, vulgarizadas, porque no llegaban a entenderse. Eso de “como te digo una cosa, te digo la otra”… Viste que en el mundo actual la tendencia es ir derecho para darse contra una pared. Él te alertaba de eso.
Pasaba de la teoría al pragmatismo. Lo que no cambiaba era el sentido de las cosas. El sentido de la vida, de la política, de los partidos, del Estado, del país, de los pueblos. Lo tenía como regla. Decía que la política es el arte de negociar permanentemente. A veces no hay salida, el tema es negociar y articular. Partía de la base de que la discrepancia siempre está. El arte de la política él lo resumía así, de una forma imposible de replicarla.
¿Cómo se sostiene la construcción que hizo José Mujica? Trabajando mucho. Haciendo que ese mensaje se transforme en hechos. Tener la paciencia de los veteranos, viste que ahora no tenemos paciencia para nada. Me acuerdo que una vez le fui a plantear un tema con la Junta Departamental, cuando él era presidente, y me dijo: “Con los parlamentarios, con los representantes del pueblo, tenés que tener paciencia. Si algo demora dos meses más, tómate el tiempo”. Eso no tiene precio.
Mi respuesta entonces es actuar de manera consecuente. A su vez, seguir buscándole el sentido de las cosas. Aprovechar lo simple, criar a tus hijos, disfrutar. Esto parece una tontería pero él lo remarcaba. El contexto siempre era la libertad, el valor de la libertad, pero no como eslogan, sino como una búsqueda constante. Nos mandaba a leer teorías de libertad, pero en el fondo él tenía su propia visión.
Aquello de ser servidores públicos, era durísimo. No era de las personas que esperaba que le dijeran todo que sí. No era adulador, ni le gustaban los adulones. Si le decías siempre que sí, se enojaba. Pero también disfrutaba cuando le planteabas algo diferente. A veces se enojaba, pero con el tiempo lo agradecía. No le gustaba la adulonería, se daba cuenta. A veces no sabías si te estaba cayendo bien, si te estaba escuchando o si se estaba enojando. Pero te estaba escuchando. Al tiempo te habías dado cuenta que le había servido. Después te sorprendía repitiendo lo que le habías dicho. Me pasó con temas del agro. Él después los analizaba.
Lo que aprendí en las charlas con los veteranos era que, si no tenías cabeza propia, mejor ni te arrimes. Se enfrentó a muchos dogmas instalados. Le metió una dimensión antropológica inusual a la política.
Recuerdo una charla en un auto en San Pablo, después que ganó Lula. Estuvimos hablando de abejas, lobos y pumas. Decía que los humanos somos como los lobos: ni abejas ni pumas. Dos horas hablando de eso. Después descubrió a Harari, lo leyó, habló con él. Esa humildad. Me parece que lo más importante era ese componente del sentido de las cosas, de la vida, de la política. El “por qué”. No sé si eso es una línea ideológica o una forma de posicionarte ante la vida misma, la política y el gobierno.
Cuando él le incorpora ese componente del amor a la vida…, vamos a tener que analizar. O cuando analizaba algunos conflictos en el mundo, encontraba esa explicación histórica. Esto solo un sabio te lo puede plantear así, sé que no estoy exagerando. Todo esto lo planteaba y sacaba ideas de su propio pensamiento. Le preguntaron en una actividad dónde había leído todo eso: “yo pesco en el calabozo”, y no dijo más nada. De eso hace muchos años. Después dijo que tuvo mucho tiempo para pensar. Y otro día me dice “tenés que tener tiempo para pensar”. Decía: “Tenés que tener tiempo para pensar”. Me hizo reflexionar cuánto tiempo dedicamos a pensar de verdad.
Lo conocí en los años 90, cuando nace el MPP, en campamentos en Canelones. Me acuerdo de acompañarlo a Maldonado. Él era diputado.
Pero él conectó con el Uruguay de verdad. Entendió la dicotomía campo-ciudad, producción primaria-industria, y vio que había que reconciliar esos mundos. Y como le gustaba lo rural, conectó rápido con ese ambiente. Era un paisano.
Los intendentes lo respetaban, aunque no lo votaran. Fue el único que los entendió. En su gobierno se impulsó mucho la descentralización. Quería regionalizar áreas, darle recursos a los territorios, llevar la universidad al interior.
¿Dónde veremos su huella? En la articulación con los gobiernos departamentales. Ya estaba fijando fechas para reunirse con intendentes nuevos. Su impronta está en recibir propuestas de otros y enriquecerlas. Acordar. Valorar la verdad que viene del otro, aunque sea adversario político.
Eso lo aprendí de él. Y de Marcos Carámbula, sí, pero sobre todo de él.
Si algo nos enseñó con su pasión es que este camino por hacer del mundo un lugar mejor nunca es individual; siempre es colectivo.
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