
Cuando lo que ocurre es que el escándalo es lo que resuelve los problemas ministeriales, Orsi propone volver a defender la política y la esperanza.
No se condice lo que dijo el presidente con lo que hizo. ¿Por qué se desplazan ministros si nada irregular o turbio pasó? La pregunta del compañero Yamandú Orsi con los periodistas marca la incertidumbre que genera el Gobierno ante cada escándalo, en especial lo que rodea la entrega del pasaporte en el caso Marset.
«Nunca terminamos de saber qué ocurrió, por qué pasaron algunas cosas. Genera una mancha al país que no le hace bien a nadie», expresó Yamandú este domingo 5, de recorrida por Sayago, en Montevideo. “En esta, perdimos todos”, insistió.
Consultado por si existió una crisis institucional, respondió: «ojalá que no». Se puso en tela de juicio el accionar de instituciones «sagradas» para el país como la Presidencia de la República, remarcó el compañero. «En esta perdimos todos, nadie gana», agregó.
¿Qué pasó? ¿Cuáles fueron los errores cometidos? Quedaron dudas. Se pudo haber resuelto más rápido, asumiendo responsabilidades. Pero ahora pasan los días, los meses. Son más las dudas que las respuestas. Y subrayó Orsi que el gran asunto detrás de todo es uno de los dolores de América Latina, el narcotráfico.
Se suman los cambios en este período de Gobierno, demasiados a entender de Yamandú. Fueron cambios que no estuvieron en la línea de renovar o impulsar la construcción de políticas. Por el contrario, fueron por cuestiones que no son las deseadas. “Cuando lo que ocurre es que el escándalo termina resolviendo los temas ministeriales… Son cambios que no están buenos”, sintetizó. A esto sumó que el oficialismo recuerda la renuncia de Raúl Sendic, un claro ejemplo de que, cuando un Gobierno no tiene luces largas, siempre mira el espejo retrovisor.
Para finalizar la ronda de prensa, Yamandú llamó a todos a evitar la mentira por dos votos más. «Hay que volver a la esencia de la política: la verdad, la discusión franca y no medir permanentemente los impactos en un mundo tan volátil porque hay que evitar que la gente pierda la confianza en la política», reclamó nuestro compañero.
Destacó la gravedad de los casos Marset, Astesiano o Penadés, o Salto Grande, puerto, espionaje, caída de la cúpula policial. «Pero jamás podemos distraernos de lo que le pasa a la gente común, a la que todos los días se tiene que levantar para resolver los temas del día a día, y que quizás todo esto le termine repugnando o que sienta que no sean las cosas que le importan más a la vida. Debemos tener la madurez, incluso articulando con todos los partidos, para que la gente tenga más trabajo, mejor salario, y que tenga esperanza».
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