A 50 años del Golpe de Estado

27 de junio de 2023
Captura Youtube

El compañero Nicolás Viera tomó la palabra en la Asamblea General para exclamar: Nunca Más Terrorismo de Estado.

La noche larga del 27 de junio de 1973 y el inicio de la heroica Huelga General estuvieron en la memoria del diputado Nicolás Viera. Pero el Golpe de esa madrugada de invierno fue un escalón en una lista de hechos que fueron socavando los pilares de la convivencia y la democracia en nuestro país, fruto de decisiones autoritarias y represivas que iniciaron en los años 60 con el gobierno de Jorge Pacheco Areco.

En un mundo permeado por intereses globales, nuestro continente americano estuvo bajo la palestra de una seguidilla de desestabilizaciones antidemocráticas para consolidar un modelo económico y político hegemónico, impulsado por los promotores del liberalismo económico más radical. Es claro que el Golpe fue tanto civil como militar. Buena parte de los civiles que lo reclamaban después encabezaron la política del régimen, particularmente la económica.

La mayor resistencia a la dictadura surgió de la calle, con los estudiantes, los obreros, los cañeros del norte, los peones de los arrozales, los trabajadores fabriles. En Colonia siempre se recuerda la Marcha de los Cañeros con una consigna que decía: “Los peludos de Sendic, por Seregni están aquí”, o la legendaria “Obreros y estudiantes unidos y adelante”. Pero también estuvieron presentes los asesinatos de tantos jóvenes, la Universidad de la República y su rol, la resistencia periodística ante otros medios que se plegaron a la dictadura.

Un diputado como Ramiro Julio Borrás, blanco, desplazado por el Golpe, respondió a un periodista en aquellos años: “Prefiero no opinar porque le van a cerrar el diario”. Así vivían los medios en Uruguay. En Carlos Quijano, Viera recordó a todos los trabajadores de la prensa que vivieron aquellas tristes horas. Así como a la resistencia religiosa, que tuvo en el Pueblo una de las manifestaciones de solidaridad más grandes.

Aún hoy seguimos buscando a nuestros compatriotas desaparecidos, porque los muertos siempre los puso la sociedad organizada, el progresismo. “Las balas siempre estuvieron enfrente”, consignó el compañero. El Plan Cóndor, el Escuadrón de la Muerte, las decisiones de civiles y militares que terminaron con la vida de tantos solo por pensar diferente.

Lo que existió, con todas las letras, se llama “Terrorismo de Estado”. En esto no puede haber medias tintas: el Estado es responsable. Quien no se juegue con reivindicaciones justas, es cómplice. Mientas la tierra hable, hay esperanza de encontrar hasta al último de nuestros desaparecidos.

Hoy, esta pequeña república del sur tiene grandes desafíos en el marco de un continente que atravesó el lawfare para desplazar autoridades electas por el pueblo. Fortalecer la democracia es no avasallar los Parlamentos, se requiere interacción, diálogo y aporte, trabajo garantista del Poder Judicial sin inmiscuirse en campos como el político partidario, democratizar a las Fuerzas Armadas y reconocer a dos grandes militares como Líber Seregni y Óscar Lebel.

La democracia es una construcción permanente, mejorable, fruto del acuerdo de las generaciones. Yo vivo las consecuencias de la dictadura, pertenezco la generación que quiere ser parte de la solución para construir un mejor futuro.

Soy parte de una organización política cuyos integrantes pagaron con tortura y cárcel la lucha por la libertad. Hoy esas banderas son nuestros faros y guía del Uruguay que queremos.

Seguiremos buscando verdad y justicia hasta que aparezcan todos. Aunque los responsables no quieren hablar, seguirá hablando la historia.

Y aquí estamos, orientales de buena fe, de las más distintas organizaciones políticas y sociales, para entonar el grito que nos sale del alma:

Nunca más. NUNCA MÁS TERRORISMO DE ESTADO EN URUGUAY.

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