El país que soñamos es con Yamandú Orsi

3 de marzo de 2024
Yamandú Orsi en la Plaza Lafone. Foto: MPP.

“El país que soñamos es aquel que blinde de una vez por todas a la infancia y a la adolescencia. Y eso es imperioso, es urgente”, afirmó el compañero.

En la Plaza Lafone, un lugar fundamental para todos los frenteamplistas y donde comenzaron nuestras utopías, Yamandú Orsi inició la campaña. “Gracias Tabaré, sé que desde algún lugar nos estarás viendo y te darás cuenta de que tenías mucha razón y que el abrazo nuestro es cada vez más grande”, exclamó nuestro compañero este domingo 3. También recordó a Líber Seregni, por la unidad frenteamplista; a Mariano Arana, por poner al territorio en el centro de su mirada; a Danilo, por dejar bien en alto a la responsabilidad en la tarea de gobierno, y a Marcos Carámbula, por ser una escuela de vida.

A Lucía, por esa llamada a tiempo y ese consejo justo. Y a Pepe, militante de todas las horas, que nos pidió a todos que sigamos con las banderas. Pepe, gracias por militar todos los días y gracias por dejar tan en alto el valor del Uruguay en el mundo. Símbolo de austeridad y humildad. Y Yamandú también ofreció su gratitud a su familia, a su pareja Laura, a sus hijos y a su hermana.

“Aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga y se calle el viento”, seguimos. Y este domingo 3, comenzó el camino. En la Plaza Lafone, en Montevideo. Con Yamandú Orsi como único orador, acompañado por Pepe, Lucía, los compañeros del Espacio 609 y la conducción de Ana Prada, junto a los artistas Luana Méndez y la murga Asaltantes con Patente. ¿Y qué dijo Yamandú Orsi en el primer acto de campaña?

El país real versus el país que desconocemos

Desde el gobierno nos hablaron, ayer en la Asamblea General, de un país que desconocemos. El país real es otro. Hay que preguntarle a las maestras y médicos para conocer el país real. El de la infancia y pobreza como sinónimos, el del trabajador que no llega a fin de mes, el de aquellos que sienten miedo por las balaceras, el de las adicciones, el de la falta de salud mental. El país de la desigualdad, con más de 3.000 personas durmiendo en calle, el de los 500.000 compatriotas apenas por arriba de los 25.000 pesos.

Todos sabemos qué implica cuidar a sus hijos para una madre que tiene que salir a trabajar, pedir hora a un especialista y no solo a ASSE, o el costo de los medicamentos. Ese país con rezagados mientras una pequeña minoría cada vez se enriquece más. Tenemos la obligación, desde ese país más desigual, de construir una nueva esperanza.

Como al inicio del siglo XX, del país de las guerras civiles y de los migrantes nació una esperanza que cristalizó en un país distinto. De la movilización social de los años 30 al país del Maracaná. De la crisis social y quebrado nació la unidad sindical y el Frente Amplio, respuesta a la crisis del 2002, esperanza que, por tres gobiernos seguidos, fue capaz de disminuir la pobreza y la indigencia, un Uruguay más justo, surgido de la lucha de las fuerzas sociales y del Frente Amplio, confianza que hay que recuperar y esperanza que debemos volver a construir.

De aquel Canelones que tenía un gran déficit y no solamente económico, pero se recuperó la esperanza con la ciudadanía. La costa se desarrolló, crecieron los corredores industriales, se pavimentó y crecieron los drenajes, se arreglaron miles de kilómetros de calles, se recicla basura, floreció la cultura. Se pudo. Si hay confianza, construir la esperanza es posible.

El país que soñamos

El país que soñamos es aquel que blinde de una vez por todas a la infancia y a la adolescencia. Y eso es imperioso, es urgente. Hay que fortalecer los Centros CAIF, los clubes de niños, el seguimiento a las familias, promover las escuelas de tiempo completo, contar con más gente que se enamore de la educación, más maestras y profesores. El país que soñamos y queremos también necesita un nuevo pacto educativo que nos permita mirar para adelante con los docentes porque son actores centrales. Jamás podemos dejarlos de lado.

Es aquel país que encare una segunda fase del Sistema Nacional Integrado de Salud, que nos permita mirar hacia adelante, que no se caigan nuestras mutualistas, que ASSE vuelva al lugar que tuvo.

Es el de la ciencia, la innovación y la tecnología, herramienta ineludible para modernizar al Estado, promover y democratizar esta área a la educación, respaldar el valor de nuestros científicos en la vida y la producción nacional.

Es aquel que tiene que producir más y mejor, teniendo en cuenta lo que se nos viene con el cambio climático. Con la promoción del riego en especial para los pequeños productores, para que no queden parados por una sequía. Con políticas para que la gente se quede en el campo. Con el desarrollo de la logística, con un ferrocarril que siga hasta la frontera y hasta el este. Con una gran apuesta a la descentralización.

Es aquel que considere a la seguridad como un derecho humano fundamental. No es un tema de seguridad solamente, también es de acceso y democratización de la justicia. No es solamente de la policía, también hay que brindarle recursos al poder judicial, la autonomía técnica de la Fiscalía sin empujar las cosas para el lado que nos conviene. En este país, el que las hace las paga venga de donde venga; no solamente con más cárceles, hay que trabajar fuerte en la articulación social para resolver en territorio los problemas que surgen.

Un país que se articule mejor con el ambiente, con la producción, integrado a la región y el mundo, pero no sacando pecho sino dialogando. También junto a Lula, que puso al continente en el lugar que corresponde.

El rol central de la ética en el ejercicio del gobierno

Esto no se puede construir si no tenemos claro el rol de la ética en el ejercicio del gobierno. Esto implica gobernar para la mayoría, gobernar para todos. La ética significa no aflojar ante la corrupción, sin dudar. Es cuidar la plata de la gente. Es abandonar la indiferencia y la frivolidad que vemos, porque la política y el gobierno no puede ser una cuestión de marketing, con la farándula metiéndose y opinando. Cuidado con la frivolidad, la política es algo muy sagrado.

Sin ocultar nada y sin dejar la sospecha de que una parte de la verdad que no la estamos diciendo y esperemos a ver qué se resuelve. No hay un Uruguay que soñamos si no lo gobierna la decencia.

Queremos gobernar, para la gente

Hay algo que no podemos dejar escapar: tenemos que ganar en octubre, nada nos puede distraernos. Hay que hacer esta fila india de compañeros cada vez más larga. Es enamorar a nuestros compañeros y compañeras a convencer más pueblo. Porque solo con nuestras fuerzas no lo hacemos, ustedes saben cómo hablarles a los vecinos y vecinas. Tenemos que ser capaces, sin ofender, sin atacar, tender la mano con los vecinos decepcionados, solos, desanimados, que esta es una buena oportunidad de que nos vuelvan a tender la mano.

A no aflojar compañeras y compañeros, hay que enamorar de nuevo al pueblo con una nueva esperanza. Ustedes saben hacerlo. Esto es de a poco, con amplitud y generosidad. Ahora. Porque nada puede distraernos de este objetivo fundamental. Tenemos que ganar en octubre porque queremos gobernar, queremos cambiar los destinos de este país. No es ganar por ganar, es porque tenemos claro que hay cosas que no pueden seguir. No podemos seguir dependiendo del discurso de un país que no existe, todo fenómeno, pero hay cosas que se caen a pedazos. Tenemos que ganar no para vengarnos ni cobrarnos nada, es para volver a hacer lo que supimos siempre: estar al lado del pueblo, con la cabeza bien abierta. No queremos gobernar para la mitad del país, es para todas y todos.

Queremos gobernar para la gente. Con los que sueñan un país mejor. Con ustedes. Queremos gobernar con nuestra gente, por nuestra gente. «Porque la vida es esa espiga que florece sin más entre los cardos y te pide: ¡soltala primavera!». Nos espera al final de cada día como un cálido abrazo. Cuento con ustedes, cuenten conmigo. Gracias.

Yamandú Orsi
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