Si bien no hay recetas mágicas, debemos construir un gobierno que sea superador a este de la coalición, pero también al último del FA.
Estamos a menos de 50 días de las elecciones nacionales. Unos 45 días nos separan del 27 de octubre que hará, si ustedes nos acompañan, que vuelva el Frente Amplio a gobernar para las grandes mayorías, que vuelva el gobierno de la gente.
El gobierno de la gente es uno en el que el Estado hace que las políticas públicas lleguen a todos y todas: a los trabajadores y trabajadoras, a los y las estudiantes, a los y las jubiladas, pero haciendo especial hincapié en, por ejemplo, las y los 360 mil compatriotas y 168 mil niños, niñas y adolescentes que son pobres hoy en día, para las y los pequeños comerciantes olvidados del campo y la ciudad, para construir entre todos y todas un aparato productivo que incluya a nuestra industria y a nuestras y nuestros productores agropecuarios.
Que este gobierno gobierna para los malla oro no es simplemente una frase de campaña, es la realidad y la podemos ver en los números. El gobierno de Lacalle Pou aplicó políticas que generaron que el 95% de los hogares tenga hoy menos ingresos que en 2019, el resto, a los más ricos, les fue mejor y esto no es casualidad, son decisiones políticas.
Nos dijeron en la campaña electoral pasada que no iban a tocar los salarios de los y las trabajadoras y jubiladas, pero lo cierto es que los hogares perdieron un acumulado en estos 4 años de 7.500 millones de dólares. Venimos de cuatro años de ajuste en los salarios y en las jubilaciones, ahorraron plata del bolsillo de la gente. Nos quieren convencer que eso fue producto de la pandemia, de la sequía, y de las siete plagas del apocalipsis, pero sin embargo en ese periodo creció la economía del país más que los ingresos de los hogares, es decir, vivimos en un país más rico que en 2019, pero con más personas más pobres. Pero de nuevo, a algunos pocos les fue mejor, a los que aumentaron en 10 mil millones de dólares sus ahorros en el exterior, por ejemplo.
Esta política económica no solo tuvo sesgo distributivo en contra de las grandes mayorías, sino en perjuicio de la economía en general. La industria cayó en ventas al mercado interno un 11 % en este periodo con respecto al anterior, por su parte el comercio cayó 7 % acumulado en estos cuatro años con respecto al 2019. No lo digo yo, lo dicen los informes de la Cámara de Industria y de la Cámara de Comercio. Ni que hablar de política monetaria que tuvo como resultado el atraso cambiario más importante de los últimos 20 años, cuyo impacto en fue de más 1.500 millones de dólares de pérdida para la industria y el agro de nuestro país.
Pero no solamente implementaron políticas económicas que perjudicaron a la mayoría de los y las uruguayas, también nos mintieron con las propuestas que hicieron durante la campaña electoral.
Nos dijeron que iban a tener un récord de inversión de infraestructura. Sin embargo, cuando comparamos la inversión de este período con el periodo anterior se han invertido 900 millones de dólares menos en infraestructura pública. Las obras que más empleo han generado y que este gobierno más ha camiseteado son UPM y el Ferrocarril Central, dos obras iniciadas y gestionadas por el Frente Amplio que, de no tenerlas, este gobierno no tendría con qué salir a alardear sobre inversiones públicas.
Nos dijeron a cara descubierta que iban a hacer 15.000 viviendas para resolver el problema de los asentamientos, pero tenemos 206 mil uruguayas y uruguayos viviendo en asentamientos. Es decir, hay 45.000 compatriotas más viviendo en asentamientos que en 2019. Ni que hablar de los saneamientos en las ciudades del interior, que al día de la fecha no han empezado ni una obra para llevar el saneamiento a más rincones del país.
Repitieron como loros que la seguridad iba a mejorar por arte de magia, que bastaba con votar la LUC. Sin embargo, vamos a tener el periodo más violento desde el regreso de la democracia, con el un récord de homicidios en el periodo y balaceras interminables por los barrios de nuestra ciudad, con formas de violencia a las que no estábamos acostumbrados y acostumbradas: cuerpos desmembrados e incinerados, se duplicó la cantidad de niños y niñas baleadas, y en las escuelas hay protocolos para las balaceras. ¿Alguien se imaginó que esto iba a llegar a nuestro país? Un país en el que soñábamos con que nacer no fuera un problema…
Dijeron que venían a hacerle la guerra al narco. Pero no se ha procesado ni un solo delincuente por lavado de activos en este período, nuestro país se transformó un lugar de acopio del narco internacional, cientos de kilos de cocaína pasan por nuestros escáneres sin pena ni gloria y por si faltaba poco le gestionamos un pasaporte exprés a un narco detenido en Dubai por obligación “burocrática”.
También recordamos cuando nuestro presidente decía que ningún uruguayo ni uruguaya iba a ser olvidada, pero hay 3.000 uruguayos y uruguayas viviendo en la calle y 40.000 compatriotas más que cayeron en la pobreza desde 2019 hasta acá.
¿Se acuerdan cuando nos decían que el déficit fiscal durante el gobierno del Frente Amplio era casi la quiebra de nuestro Estado en la campaña electoral de 2019? Pues bien, ahora tenemos el mismo déficit y parece que no les asusta tanto… La diferencia es que ahora tenemos 13.000 millones de dólares más de deuda. Una regla fiscal mal calibrada del gobierno, parece que no pasó por el LATU.
Si de la “transformación” educativa hablamos, sólo le quedó el nombre. Como nunca en la historia después de la vuelta de la democracia observamos a la educación como una plataforma electoral para impulsar un precandidato a presidente… Pero la gente no come vidrio, todos y todas podemos observar cómo en estos años hubo un aumento en la inequidad de aprendizajes. A su vez se observa que los adolescentes han permanecido menos en los centros educativos, es decir, se ve un incremento en las faltas en los gurises, sobre todo en los y las más vulnerables. La transformación educativa trajo consigo un recorte presupuestal de 200 millones de dólares, la transformación fue asignar menos recursos a la educación de nuestros gurises y gurisas. Además, desarticularon programas exitosos como Maestros Comunitarios, Tutorías y Compromiso Educativo. Eso ha debilitado la capacidad de apoyo a las comunidades educativas. No sólo fue perjudicial para los y las alumnas, a los y las docentes se las ha perseguido y se les ha recortado el salario ¿Cómo no estar en contra de esta transformación?
Ahora elegimos a Yamandú y a Carolina como fórmula de nuestro Frente Amplio para resolver los problemas que nos han dejado y pensar en nuevas propuestas a futuro para mejorar la calidad de vida de las grandes mayorías. Muchos requieren urgencia y otros son de más largo aliento, a largo plazo.
Si bien no hay recetas mágicas, debemos construir un gobierno que sea superador a este último de la coalición, pero también al último del Frente Amplio. Nos debemos el construir un gobierno en el que la economía crezca más de lo que viene creciendo y sobre todo que redistribuya mejor ese crecimiento, que el crecimiento no quede en una gráfica alejada de la vida real de las personas, que el crecimiento se vea reflejado en el bolsillo de los y las trabajadoras a la hora de ir al almacén del barrio.
No se trata simplemente de elegir un gobierno, sino de elegir qué país queremos construir. Estamos frente a una encrucijada: continuar con un modelo que concentra la riqueza en algunos pocos, que recorta derechos y oportunidades, o retomar un camino que prioriza a las grandes mayorías, que pone en el centro a la gente y sus necesidades.
Hoy tenemos la oportunidad de que la justicia social, la equidad y la solidaridad vuelvan a ser las banderas de nuestro país. Cada voto será un foco que ilumine el camino hacia un Uruguay más justo, donde la prosperidad no sea un privilegio de unos pocos, sino el derecho de todas y todos.
Porque la lucha por un futuro mejor no puede morir solo en una promesa, debe ser una causa que nos une y que, con razón y corazón, haremos realidad.
Publicado originalmente en Montevideo Portal el viernes 13 de setiembre.
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