Pepe Mujica: el comercio es una guerra sin tiros

25 de abril de 2023
Foto: Flickr del Palacio de Planalto. Enero de 2023.

“Los que dicen que hay libertad de comercio…”, ironizó nuestro compañero José Mujica en otra reflexión sobre Brasil y el mundo, a 100 días de la asunción de Lula da Silva.

América Latina casi no existe como comunidad y, sin embargo, no hay en el mundo un lugar cuya población es capaz de conversar en la misma lengua. En un mundo que “se achica”, es una responsabilidad para quienes habitamos este continente, dijo Mujica en la entrevista que ofreció este lunes 25 en La Letra Chica, de TV Ciudad.

Corremos el riesgo de hecatombe mundial por los conflictos armados como el rusoucraniano. Incluso Europa está ciega y cree que puede tener una salida bélica”, Lula está cargando con una actitud antipática porque más fácil es alinearse a occidente pero hay que recordar que las primeras víctimas son los pobres.

A Lula no lo van a entender, pero la causa que levanta es noble; está preocupado por la suerte de todos. Como en toda guerra occidental importante, el bombardeo informativo crea un caldo informativo. Eso acompaña a los conflictos y hace difícil a los pueblos tener una visión independiente, la propia figura de Vladimir Putin no ayuda. Ahora, tampoco se puede discutir que Estados Unidos armará lío si le ubican armamento en la frontera, ya tenemos experiencia pero, en aquella crisis de los misiles de 1962, hubo responsabilidad política. Hoy no funciona la política, por ahora.

Al borde del uso de armas nucleares, Mujica no observa racionalidad por ningún lado, ni por la actitud rusa injustificable ni la responsabilidad de la OTAN, al que se suma un fanatismo que ubica a la posibilidad de negociar como una forma de derrota.

“Los imperios son notables: no son fieles a su ideología sino a sus intereses”. Hoy Estados Unidos se torna proteccionista porque no quieren depender de Oriente. A su vez, los chinos desplazan sus inversiones a otros países asiáticos e incluso dentro de poco ingresarán al mercado estadounidense a través de México.

El valor europeo era ejercer de equilibrio en la inevitable presión comercial de la demanda china. La alternativa es afirmar nuestra cota de independencia en un mundo cada vez más interdependiente. Cuando se fue Ángela Merkel de la cancillería alemana, Europa decayó, está limitado.

La relación Brasil-China es inevitable, no pueden renunciar al vínculo entre sus mercados por razones de complementación económica. Hablamos de países cuya escala es global, guste o no el crecimiento chino demanda alimentos, en el marco de un país con déficit de agua dulce. Los esfuerzos chinos son desmesurados para resolver el problema del agua (“hace décadas que estudian si pueden hacer arroz en base a agua salada”, ejemplificó). China va a estar acá porque somos reserva de alimentos, lo inteligente es entenderlos.

Nosotros tenemos un mercado cercano, Brasil, al cual le podemos vender valor agregado. Solo San Pablo compra más productos uruguayos que cualquier país europeo, con la diferencia que ellos nos compran productos intermedios de complementación industrial mientras Europa compra productos básicos. Esta línea de trabajo no se puede descartar porque permitiría diversificar nuestra matriz productiva. Pero, alertó Mujica, existe la necesidad de una política de “compro a quien me compra”, por tanto sería ideal una corriente comercial. Podríamos vender autopartes pero deberíamos comprar autos brasileños, estas son cuestiones de la política pero se podría aprovechar ahora, reflexionó.

A Lula da Silva lo conoce desde hace años. Es solidario, ama al pueblo brasileño, se lo puede criticar, tiene limitaciones. Pero ha luchado toda su vida por tratar de repartir un poco mejor y siempre favoreciendo a los más débiles. Desde ese punto de vista, Lula se define.

A alguna gente de izquierda no le va a gustar porque no es radical, es un negociador, un arreglador de conflictos. Tiene una comunicación brutal con su pueblo. Estuvo con él cuando se entregó a la justicia y lo acompañó varias veces en la cárcel.

“No me arrepiento y vaya que me cuerearon, porque los amigos se ven en las buenas y en las malas; y no me equivoqué, tenía confianza en Lula y es una suerte para Brasil, para América Latina y para los pobres. Ojalá que la salud lo acompañe y le quede aliento”, concluyó Pepe.

Su preocupación es por el día después de Lula, porque lo alcanzado por el actual presidente brasileño es de un peso personal, de una realidad muy particular que no se observa todos los días. El Partido de los Trabajadores ni por asomo equivale a Lula, aun siendo un partido amplio. Pero ese capital subjetivo que transmite él es difícil y su sucesión será un desafío. “Porque al final el mejor dirigente es el que cuando desaparece deja una barra que lo supera”, finalizó.

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