Pepe Mujica estuvo en Santiago de Chile, invitado por varias organizaciones universitarias del continente para conversar sobre los desafíos de la democracia y el rol de la academia en el futuro.
Ante el auditorio conformado por docentes, investigadores y estudiantes, Pepe subrayó el momento histórico en el que se encuentra toda la humanidad, de cara a una catástrofe ambiental producto de una lógica que no sabe cómo detenerse: el capital.
En cárcel y tras su liberación, una de las pasiones que adquirió fue la antropología, entender al homo sapiens. Gregario desde el inicio, tiene en sí la pulsión individual y la colectiva, tensión que se resuelve a partir de la política y, por tanto, definió a esta mediación como su principal función: terciar para que permanezca ese paraguas para todos que llamamos la sociedad.
Al nacer recibimos un capital intangible que son los conocimientos de la civilización. Que son una de cal y una de arena: desde la fermentación para el vino, el estribo para utilizar armas al cabalgar o la pólvora que sirvió para liquidar al feudalismo.
Esta sociedad actual tiene un costado muy “flaco”: no puede parar. Hace más de 30 años sabemos que la humanidad se transformó en un agente geológico. En Kyoto, Japón, los hombres de ciencias indicaron el camino pero, por primera vez, los humanos están incurriendo en una barbaridad sabiendo lo que pasa.
No hay una crisis ecológica, hay una crisis política.
En un país de tres millones, se importan 27 millones de pares de zapatos. Como si fuéramos ciempiés, criticó Mujica. Hay millones de seres humanos con hambre y el 30% de lo que producimos lo tiramos. Estamos locos, concluyó.
Otro de los aspectos centrales de su discurso este lunes fue la pelea por una causa. ¿La vida tiene algún sentido? ¿Vivimos porque nacimos por un fenómeno automático de la vida? ¿Para qué tenemos conciencia? ¿Para soportar la angustia? ¿O vale la pena el libre albedrío y darle una causa al milagro de nuestra existencia?
“Yo no vengo a hablar solo de democracia como un académico. Sigo siendo un luchador social y el mundo que tendremos será el que seamos capaces de crear y luchar por el pero se necesita gente que se comprometa. Los dioses no regalan la prosperidad, son los humanos organizados quienes le dan contenido a su existencia. La otra alternativa es no hacernos estas preguntas y pasar el resto de nuestras vidas pagando cuotas, confundiendo ser con tener. ¿Ese es nuestro destino, vivir para trabajar?”, remarcó Pepe.
Dijo que hoy somos portadores de una cultura funcional a la acumulación. Y así nos meten la mano en el bolsillo y vamos allá, alegremente, en nombre de un supuesto progreso material equivalente a la felicidad. Tan desesperados por ir atrás de “la chaucha” que no tenemos tiempo para cultivar los afectos.
Y marcó como fundamental a la educación, lugar por donde pasa el porvenir. Mientras el proletariado de su época eran hombres de mameluco en la fábrica, el obrero del mañana surge a partir de las nuevas generaciones entrando a la universidad. El trabajo se está calificando cada vez más, advirtió.
En ese marco, defendió la idea de una comunidad de universidades latinoamericanas. Porque la integración no es matar a los actuales Estados, es cultivar la interdependencia para cooperar. Y Pepe indicó a los pobres latinoamericanos como el primer mercado prioritario para nuestro continente.
En todo esto, ¿dónde entra la democracia? No es una construcción perfecta, es necesario comprometerse para mejorarla. Es una causa para soñar.
Y para defenderla del intervencionismo (en especial el económico), la batalla cultural, la demagogia y la división.
Para Pepe, habrá izquierda, derecha o centro, pero es necesaria la construcción de un “nosotros” para cultivar valores comunes. “Hagan todo lo posible por no cultivar el odio, porque los lleva al fanatismo, que es como el amor: ciego. Pero el amor es creador y el fanatismo nos termina destrozando”, finalizó Mujica.
La emoción de dos amigos que ofrecieron sus energías por la unidad popular y la mejora de los más sumergidos de nuestra América.
“Voy a ser el presidente que construya una sociedad más integrada, un país más integrado, donde además y a pesar incluso de las diferencias, jamás nadie podrá quedarse atrás”.
Desde Las Piedras, donde el interior y el país metropolitano se abrazan, Yamandú Orsi llamó a reconciliar las distintas realidades para construir un país de certezas.
Proponemos un cambio en el que todos podamos vivir tranquilos, con más solidaridad, con más bienestar. “Sabremos cumplir”, dijo Yamandú Orsi.
Pepe estuvo en la localidad de San Bautista, en Canelones. Dando el último tranco para apoyar la posibilidad de un gobierno para todas y todos, con Yamandú Presidente.
No tiene antecedente en la historia de los últimos 50 años que un gobierno haya mantenido congelado los ingresos durante 40 meses, recordó José Mujica.