Tenemos que aprender a ser patrones de uno mismo, pero colectivamente

12 de noviembre de 2022

“Estoy por hacer un poema, una canción. Se trata de un árbol viejo que tiene que dejar pasar la luz para que crezcan los arbolitos que vienen de abajo. En algún temporal, el árbol se tiene que desgajar, porque la ley de la vida es transformarse en humus para que venga un bosquecito. Porque, al fin y al cabo, si no hay arbolitos, el cuento se termina”.

El libro “Semillas al viento” es de Ediciones Del Berretín y fue escrito por Mario Mazzeo y Carlos Martell. La presentación estuvo a cargo de Gerardo Tagliaferro, quien entrevistó a José Mujica en un repleto Salón Azul de la Intendencia de Montevideo, en el marco de la Feria Internacional del Libro, este viernes 11 de noviembre.

Al inicio de la charla, Mujica insistió en que los mejores dirigentes son aquellos con capacidad para dejar gente que los supere con ventaja. Y también reclamó que hay que mirar atrás para aprender e intentar alumbrar el mañana. Es con la intención de ayudar a las próximas generaciones que Mujica habló, para que tengan el coraje intelectual de cometer los errores de su tiempo y no los del pasado, porque vivir  es aprender.

Dijo que algunos viven para pagar cuentas y perseguir la felicidad como el burro detrás de la zanahoria que nunca alcanza. Otros sueñan, solidarios, y envejecen manteniendo las ilusiones de un gurí adentro suyo. Esos son la levadura de la sociedad, identificó. No son todos ni muchos, pero son necesarios, reclamó Pepe en la introducción.

Ya con preguntas de Tagliaferro, Pepe explicó que el capitalismo sacudió la historia de la humanidad y cambió los pilares de la civilización humana. Entre lo negativo incluyó que nos deja hoy dentro de una sartén, en referencia al cambio climático. Pero también catapultó a la ciencia, aumentó la ganancia, mejoró la productividad y creó el basamento de la civilización moderna. A su vez, la desigualdad aumentó. Entonces, ¿cómo mantener la creatividad del capitalismo y frenar sus egoísmos? Ese es el desafío de las nuevas generaciones, señaló.

De su charla con el filósofo israelí Yuval Noah Harari, la mayor preocupación la ubicó en saber si a la humanidad le quedará el suficiente tiempo para organizar los desastres que provocó para evitar un holocausto ecológico. La ciencia dice lo que hay que hacer pero la política no lo hace. Se supone que el papel de la política es gobernar pero no puede anteponerse ante los colosales intereses de las grandes corporaciones.

El imperio romano fue un proyecto de globalización, recordó. Un díael emperador Caracalla hizo un acto de inclusión increíble: emitió un edicto por el cual decretó que todos los habitantes del imperio serán hombres libres. Esa fue una globalización con dirección política, pero la de hoy la está haciendo el mercado sin dirección política y esa es la tragedia, porque no hay acuerdos capaces de enfrentar las nubes de intereses.

Van más de treinta años del Protocolo de Kyoto sobre el la emisión de gases con efecto invernadero, con documentos que anticiparon claramente los efectos concretos que hoy se ven. La ciencia lo sabía, dijo Mujica. Por tanto, la crisis actual surge por impotencia política.

El camino hacia el socialismo

No se puede crear un país socialista a partir del subdesarrollo, pero por ser desarrollado no vas a ir al socialismo, expuso Mujica. Hay que cuidar a la economía. Si tengo un paro cardíaco, yo tengo compañeros en pila pero preciso un cardiólogo; si pongo un buen compañero puede ser buenísimo pero marchamos al espiedo en economía y después, si no hay para repartir, hay que ser autoritario y después viene la bronca. Y Mujica no puede concebir que la construcción del socialismo sea para perder libertad o para que la gente haga sacrificios 10, 20, 30 años. “Paren un poco: se puede ser heroico un tiempo”, reflexionó.

Es por esto que hay que resolver los problemas concretos de la gente. Rememoró que, cuando los chinos comunistas llegaron a Pekín, nacionalizaron la fábrica textil más importante del país pero pusieron de gerente al dueño. Uno no puede gobernar sobre lo que no sabe porque eso tiene consecuencias económicas y sociales, sobre todo hacia los más desvalidos. Esto no es cuestión de voluntarismo.

El capitalismo no finalizará en la mitad de este milenio, vive de las crisis. De destruir y recomponer. Pero somos 7.000 millones de seres humanos, ¿todos nos vamos a bañar en jacuzzi? ¿Eso será posible? No se puede tirar y pudrir los mares porque el mundo tiene límites. Tendremos que hacer cambios, no hacia un retorno a las cavernas, pero sí un verdadero cambio cultural.

Ese cambio es necesario o de lo contrario nos vamos a pudrir de pagar cuotas y van a decir “al final el viejo tenía razón”. Hay un millón de uruguayos endeudados. Nos dominan las emociones, pero es una cuestión de la construcción de una cultura subliminal que sirve a la acumulación. A las mujeres las convencen con las cremas, a los viejos con las bicicletas para bajar las panzas.

La generación de Mujica, explicó, era hija del racionalismo y quería construir una imagen de hombre puramente ideológica, pero los humanos eran mucho más complicados. Somos profundamente emotivos. Años después de la cárcel, Mujica se metió en la antropología. Una de las cosas que le quedaron es que el sapiens es un animal gregario. Utópico: en todos los lugares de la tierra se inventó algo en qué creer que era incapaz de demostrar. Pero además, llega en barra por su instinto de colaboración. Ese carácter le permitió salir del corazón de África y colonizar el planeta. En todas las formas de derecho antiguo, después de la pena de muerte la sentencia más grave es que te echaran del grupo.

Pero, a su vez, somos egoístas. Todas las cosas vivas están programadas para luchar por su vida, sus crías, su nido. Esto tiene que ver con el comportamiento humano, que hay que meter en el funcionamiento de la política y la construcción de sociedades. Los humanos no son tornillos, hay que entender al sapiens: Mujica conoció héroes que escondían para sí una manzana. Hay que construir a partir de lo que somos, no con lo que soñamos que sean. Aprender a gestionar, a ser patrones de uno mismo y en colectivo. Yo creo en el hombre, pero no hay que organizar desastres: no hay que ir contra la libertad.

Tagliaferro también le consultó por la región. Reconoció al Lula da Silva enamorado, y también al chileno Gabriel Boric y su gente, de quienes identificó una cosa hermosa: salieron del movimiento estudiantil y fueron a gobernar. Eso es bravo. “Mi corazón está con ellos, espero que siembren en favor del pueblo chileno”, dijo.

La sociedad del conocimiento o quedarse anclado entre los irrelevantes

El desafío más grande es la certidumbre. Es un problema del país, no de la izquierda. Estamos en un cambio civilizatorio, se nos viene la sociedad del conocimiento. Entonces hay dos opciones: o quedar en el horizonte de los irrelevantes, que no sirven ni para que los exploten, o nos subimos al mundo desarrollado y tenemos los recursos económicos para poner conocimiento en los muchachos jóvenes.

Porque los próximos obreros no serán los que Mujica conoció, vestidos de mameluco. Los obreros del futuro son los que hoy ingresan a las universidades, quienes cortarán el bacalao porque la evolución tecnológica así lo impone. La tragedia no es solo del capital sino del conocimiento y con las vacunas lo palpamos: la propiedad del conocimiento vale más que la vida.

La enseñanza tecnológica y científica es cara. Mujica sabe que la enseñanza no se arregla con plata, pero sin ella es imposible. La responsabilidad histórica del mundo universitario es grande y por eso está trabajando y metiendo púa para que exista una diplomacia de las universidades capaz de defender la inteligencia.

Y así integrar al continente. “¿Ustedes entienden que Uruguay puede negociar con China en pie de igualdad? No somos ni un barrio de Beijing”. Pepe subrayó que la integración regional sirve para construir un alero que nos defienda de la intemperie. Si no, no vamos a poder hablar con una transnacional que factura más que los países y los estados. La integración no es contraria a la soberanía, es para defender lo que nos queda de soberanía.

“No me den pelota, hagan lo que quieran. Pero piensen.

No es para revolver un dogma sino para revolver la tierra. Para que las nuevas generaciones no se coman la  pastilla, para que sean creativos. El haber vivido mucho tiene inconvenientes y ventajas. El amor a la vida te llevará a imaginar cómo será el mundo de mañana. Seguramente no lo podremos vivir, pero queremos contribuir a la construcción de la cabeza de la juventud que mañana va a tener que hacerse cargo de la realidad social. Por eso seguimos tirando semillitas al viento.

Ya veremos, hasta siempre”.

José Mujica
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