Reflexiones de una larga vida dedicada a la militancia y la lucha de José Mujica y Lucía Topolansky.
Con la excusa de la presentación de un nuevo libro, Pepe Mujica y Lucía Topolansky dialogaron en el programa En La Mira, largo y tendido.
Para Pepe, conocer a Lucía fue “la mayor gratificación en la vida”. La vida de un hombre solo es “un desastre”, con Lucía como una gran compañera. Al final de la vida, el amor es “una dulce costumbre” y “una forma de dispararle a la soledad, el gran verdugo de los viejos y las viejas”. La militancia los encontró, recordó Lucía. La clandestinidad, la cárcel y la reorganización, los reencontró.
Por la veta materna, las raíces de Lucía se pueden encontrar entre los primeros colonos del Río de la Plata; por la paterna, por aquellos migrantes del siglo XIX, en el marco de un país pequeño donde todos se conocían. Ella se reconoce allí.
Pepe comenzó a militar con 14 años. Hasta los 18 años, lo hacía en una agrupación de estudiantes libertarios, “ácratas”, como definió. Pero su fuero interno lo llamaba hacia la tierra y todo lo que significa, en diálogo con la naturaleza. Hasta los 21, se dispuso a leer durante horas. Después, se dedicó a “cambiar el mundo; y así me fue”. Pero reconoce que esos años lo salvaron porque, con 7 años preso y sin libros, rumeaba aquellas lecturas en su cabeza a tal punto que su personalidad cambió. “Ando en el campo y hablo conmigo, con el que llevo adentro”, reconoció.
“Si no hubiera vivido esos siete años que viví, repensando, no hubiera desarrollado la personalidad que desarrollé. Esos siete años de mi vida intelectual fueron los más fecundos. Es un canto a la vida: que las nuevas generaciones no se sientan derrotadas cuando caen, el mérito que tiene es cuando volvés a empezar”.
Pepe recordó que su posición histórica es que ningún anciano esté en una cárcel, en general y salvo algún caso que un juez determine. Pero aclaró que esto no significa liquidar la pena, es otra cosa.
Lucía estableció, ya en otro capítulo de la entrevista, que cada tiempo es distinto. A mediados de la década de 1950 trabajaba en los “cantegriles”, en un Uruguay ya distinto al de principio de siglo y con notorias pérdidas luego de la Guerra de Corea. Posteriormente, la discusión de las vías para alcanzar el poder, la armada o por las urnas, fueron barridas. Hoy, incluso en zonas muy sumergidas, se pueden ver electrodomésticos, algo que no se veía.
El MPP es un movimiento amplio y diverso, definió Lucía, una organización abarcativa en una sociedad muy heterogénea que genera nuevas diversidades. Como personas que se motivan por determinadas causas, algo que es de estos tiempos, analizó.
Los sapiens somos un género bastante longevo que está sometido a la lima del tiempo, delineó Pepe. En el viejo hotel Baltia comenzó a reflexionar diferente, vio el poder de la burocracia. Los cambios sociales, a la larga, no pueden estar contra la libertad y una sociedad mejor no se puede crear “a prepo”, sino el fruto del desarrollo de la conciencia superior de los humanos.
En esta etapa, la liberación nacional implica el desarrollo económico necesario para conseguir los recursos que deberán invertirse en la cabeza de nuestros jóvenes, apuntó Pepe. Si en Uruguay no se pone una fortuna en formación tecnológica y científica, quedaremos en el pelotón de los irrelevantes porque el mundo rico nos sacará más ventaja.
Hay muchas cosas que Pepe pensaba distinto. El mundo que le toca vivir es un frangoyo, no es liberal. El liberalismo no se puede reducir a la apología de la economía de mercado, agregó Pepe. Mujica insistió en que él es hijo de su tiempo, aquel “Como el Uruguay no hay” del 1940 que 20 años después se desmoronó. “Me jugué la vida como muchos jóvenes de América Latina porque creíamos sinceramente que íbamos a fundar un mundo mejor y me equivoqué”.
Este Uruguay de hoy es distinto, es hijo de la indiferencia: “de los que no se equivocaron y no hicieron nada mientras el país se desmoronaba”.
Varios compañeros asumirán relevantes funciones en el próximo gobierno del Frente Amplio, que asumirá Yamandú Orsi este 1º de marzo.
La emoción de dos amigos que ofrecieron sus energías por la unidad popular y la mejora de los más sumergidos de nuestra América.
“Voy a ser el presidente que construya una sociedad más integrada, un país más integrado, donde además y a pesar incluso de las diferencias, jamás nadie podrá quedarse atrás”.
Desde Las Piedras, donde el interior y el país metropolitano se abrazan, Yamandú Orsi llamó a reconciliar las distintas realidades para construir un país de certezas.
Proponemos un cambio en el que todos podamos vivir tranquilos, con más solidaridad, con más bienestar. “Sabremos cumplir”, dijo Yamandú Orsi.
Pepe estuvo en la localidad de San Bautista, en Canelones. Dando el último tranco para apoyar la posibilidad de un gobierno para todas y todos, con Yamandú Presidente.