Me crié escuchando que hay muy pocas cosas que puedan separar al pueblo uruguayo de la urna el día de elecciones, vale aclarar que este principio aplica para el caso de las instancias obligatorias. Supongo que esto tiene muchas razones de ser que tienen que ver con nuestra matriz cultural, con la cantidad de veces que Uruguay se quedó sin elecciones durante largos períodos y porque sin dudas que la más reciente y feroz dictadura militar nos hizo revalorizar nuestra democracia de partidos fuertes.
A lo largo de la historia, este pequeño país ha demostrado una enorme valentía para vanguardizar algunas transformaciones políticas y sociales que han marcado a fuego nuestra identidad ciudadana. Uruguay fue el primer país de América Latina en incluir a las mujeres en el sufragio universal, ese que hasta entonces de “universal” tenía poco. Sigue siendo al día de hoy el país que conserva algunas de las formaciones partidarias más antiguas del mundo y nos enorgullece en términos democráticos seguir siendo uno de los países con más experiencias de democracia directa ejercida “desde abajo” de nuestra región. Está claro que a los uruguayos y uruguayas nos gusta votar y estamos decididos a incidir directa o indirectamente en los grandes hitos de la construcción política del país.
El próximo domingo nos encontramos ante el comienzo de un nuevo ciclo electoral. ¿Qué elegimos? Nada más ni nada menos que quién va a conducir nuestro próximo gobierno.
El 30 de junio Uruguay enfrenta una vez más la posibilidad de seguir cambiando el rumbo de su historia, porque lo que está en juego es mucho más que ganar una elección, es en definitiva, defender la calidad de nuestra democracia y la renovación de liderazgos políticos. A casi 200 años de nuestra Independencia nunca hubo una mujer electa en la presidencia del Uruguay, así que teniendo en cuenta que en la oferta electoral hay una única candidata, estamos frente al hecho concreto de mejorar nuestra democracia o seguir siendo de los últimos orejones del tarro en cuanto a representación política femenina.
El voto es nuestro derecho como ciudadanas y ciudadanos, es nuestra voz haciéndose oír. Este domingo decidimos si Uruguay, el Uruguay inclusivo, el de la ampliación de derechos, de la reducción de la desigualdad, ese con la mejor democracia del continente avanza o retrocede. Si incluye o no a las mujeres, que son casi el 52 % de la población, en el cargo de mayor responsabilidad política. ¿Estaremos dispuestas y dispuestos a asumir ese nuevo desafío?
El domingo 30 de junio no te quedes en tu casa, que “el paisito” siga dando que hablar también depende de vos. Te invito a transformar nuevamente el Uruguay con Carolina presidenta.
Bettiana Díaz
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