En una nueva entrega de su habitual espacio radial en M24, Hablando al Sur, el expresidente y actual senador de la república, José «Pepe» Mujica, se refirió a la paradójica desesperación que vive el nuevo gobierno, que quiere subir las tarifas públicas y el combustible cuanto antes. Efectivamente, una gran contradicción si apenas se mira el archivo de tres meses atrás, cuando la necesidad de bajar los costos y un supuesto ahorro millonario marcaron cada discurso de su campaña. Sin más, a continuación transcribimos parte de las reflexiones de Mujica y su participación radial.
«Pienso que si algún observador de nuestros acontecimientos nos mira desde afuera y a la distancia, tiene el derecho de pensar que parecemos un pueblo un poco esquizofrénico. ¿Por qué? Porque hasta hace muy poco, quienes están en el gobierno hoy tenían presencia en los directorios de las empresas públicas y, en años anteriores, cada vez que había que ajustar alguna tarifa, siempre tendían a oponerse y votaban en contra.
Hicieron una brutal campaña electoral por todo el país —particularmente en el interior— quejándose del precio de la energía, del costo que multiplicaba para la producción, para el transporte rural, que traía un encarecimiento en materia de costos… clamaban, en los tiempos de cosecha, por el costo del transporte. Endilgaban todo tipo de responsabilidades.
Y en cuanto suben al gobierno, porque la voluntad de la gente y la política de alianzas quisieron se los hace posible, matemáticamente, aquellos que se oponían a cualquier ajuste y que clamaban por los costos de los servicios públicos, los costos de Ancap, lo que cobraba Ancap, UTE, clamaban en nombre de los arroceros por el costo del riego, por tal costo que tienen las cosechas, el transporte (…) están apuradísimos, desesperadamente apurados por subir el precio de los combustibles.
Y, paradojalmente, lo quieren hace en momento en el que incluso está trepidando a la baja el precio mundial del petróleo, por las consecuencias indirectas que tiene esta gripe peligrosa que ha aparecido en el mundo».
En un momento en el que el precio del petróleo en el mundo entero tiende a bajar, y después de hacer una inmensa campaña de marketing durante años diciendo que hay que bajar las tarifas, «están apuradísimos por aumentar el costo de los servicios, del agua corriente, de la energía eléctrico, de las comunicaciones de Antel… y sobre todo del combustible», continúa Mujica. Aquí radica la gran contradicción, tan evidente como era de esperarse, del nuevo gobierno. Posteriormente, Mujica agrega:
«Ni siquiera quieren perder un poquito de tiempo para disimular. Tienen un apuro tremendo y, resulta paradojal, pero sería bueno que se registrara eso, que se tuviera en cuenta. Y que de alguna manera, quienes puedan influir, detengan la fatídica computadora que quiere rematar todo hacia arriba.
Vamos a ver lo que acontece, pero no deja de ser absolutamente contradictorio y de plancha con lo que se estuvo planteando no solo en la campaña electoral, sino a lo largo de todos estos años, oponiéndose sistemáticamente a cualquier ajuste. A veces inevitable en los precios de las empresas públicas».
Posteriormente, el compañero Mujica refiere al «desfile notable de caballos» que se registró el 1° de marzo en Montevideo. «Una expresión de la tradición» en el que «había cosas interesantes», agregó Mujica. En este sentido, señaló:
(…) muchos jinetes, muchos caballos… algunos vinieron desde muy lejos, haciendo un esfuerzo importantísimo. Muchos otros tuvieron la suerte de mandar los matungos en camiones, se dieron una vueltita folclórica, cantaron a su divisa y volvieron a meter los matungos en los camiones y volvieron.
En ese humano desfile había cosas interesantes. Dos tipos humano: seguramente los con campo y seguramente los de campo, que no es lo mismo. A los del campo usted los conoce si mira el tamaño de las manos, el grosor de los nudillos, los dedos gruesos, en general las manos curtidas. El rostro prematuramente castigado por la intemperie. Y los del campo tienen su característica propia en la forma de andar, de caminar, de decir. Componen una cultura especial».
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Seguramente que ahí están todas las formas humanas y hay humanos estupendos ahí. Hay de los medianos y debe haber de los otros, pero tienen una característica común: han heredado una cultura que se forma en los primeros años de la vida, han vivido, han sido niños que se han criado en el campo, han jugado en el campo, con terneros, correteando entre los yuyos con los perros y subido en petisos muy temprano, andado en la costa de los arroyos, se han empinado en los montes (…), una multitud de pequeñas cosas que forman una cultura».
«(…) no hay ninguna escuela de formación que nos pueda transmitir eso» y todo esto «va formando un carácter, un modo de ser», describe el compañero contrastando al humano de campo con el humano que tiene un campo, destacando la inmensa importancia que el primero tiene sobre el segundo. En este sentido, el senador expresa:
«No estoy haciendo poesía sino procurando decirles a los técnicos que miran cifras y solo miran números, que este país de naturaleza agropecuaria y agroexportadora», que tiene «un campo que (…) se despuebla», como sucede «en todo el mundo en forma constante (…), tiene que tener el coraje de pelear por la existencia de familias rurales».
Esto «no solo por la necesidad de tener algo en el campo, sino además porque los futuros apegados a la tarea concreta del campo son los pocos gurises y gurisas que están naciendo en el campo, capaces de comprender y trabajar la tierra. Esto es un precio que no se puede cuantificar».
«He sentido a técnicos muy avezados como esos que hasta hace poco miraban a Chile y ahora no hablan más después del estallido social trasandino de octubre pasado. Esos técnicos miraban las cifras macro de Chile pero no hablaban con la gente, perdiendo contacto con la realidad.
¿De qué me sirven los números si no encajan con la realidad humana?.
De modo similar, este país, Uruguay, continuará siendo durante mucho tiempo agroexportador y por esto «necesita asegurarse un mínimo de gente que emocionalmente y profesionalmente (…) se comprometa con la tierra», a diferencia de la forma en que se vincula con ella el gran empresariado rural, totalmente ajeno a las faenas rurales cotidianas».
La audición completa a continuación:
“Mi deber como ciudadano y militante político es renunciar y presentarme ante la justicia para dar todas las explicaciones”.
La historia la construyen los de abajo, con el corazón abierto para luchar contra las injusticias sin pedir nada a cambio. Los que construyen el sueño de una patria para todos.
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