Nunca, tanta educación para todos y todas / Chasque 02

27 de julio de 2018

La educación está en crisis. Todo es un desastre. Gastan plata y no hay ningún resultado.’ Estas son algunas frases que se han vuelto repetitivas cuando se habla sobre educación en Uruguay. Desde los partidos de la oposición, los medios de comunicación, algunos sectores religiosos, sectores de académicos… Y este discurso se ha vuelto predominante en la opinión pública.

Pero, ¿estamos tan mal? ¿Todo lo hecho desde el 2005 fue equivocado? ¿Vamos hacia el precipicio? Nos parece que no.

Desde el primer gobierno del Frente Amplio se puso énfasis en sumar recursos a la Educación Pública. Era necesario poner dinero en un sector que los gobiernos de derecha habían olvidado. Salarios miserables, falta de mantenimiento, y abandono.

El aumento del presupuesto educativo ha permitido una serie de logros que no son para nada menores. Fundamental para mejorar salarios y condiciones de estudio. Pero no sólo eso. Se ha masificado la Educación Inicial a través de la multiplicación del Plan CAIF ofreciendo atención, sobre todo, a los sectores más vulnerables. La cobertura muestra valores históricos, alcanzando el 76% para niñas y niños de 3 años, 94% para 4 años y 99% en 5 años.

En Educación Primaria la cobertura se mantiene constante y cercana al 100% de la población en el rango etario. Se ha duplicado el número de Escuelas de Tiempo Completo, que en 10 años pasaron de 104 a 205. Fue creada la figura del Maestro Comunitario, acercando la escuela a los hogares con mayores carencias. Se ha logrado reducir el número de alumnos por maestro. Se implementó la Educación Física obligatoria y se ha extendido la enseñanza del inglés, sin mencionar los logros del Plan Ceibal terminando con la brecha digital.

En Educación Media se produjo un aumento constante de la cobertura en todos sus niveles. Se vienen multiplicando las experiencias de Liceos con Tiempo Completo, Extendido y Comunitario, llegando a 43 centros. También ofrece una amplia gama de propuestas para jóvenes con rezago, adultos con formación inconclusa, personas privadas de libertad o con discapacidad auditiva y visual. Las propuestas focalizadas ofrecen la posibilidad de retomar y culminar los estudios.

La UTU pasa por el momento de mayor demanda, duplicando su matrícula y alcanzado el número de 100.000 estudiantes. Junto a esto, la Formación Técnica ha diversificado su oferta y se ha extendido por todo el país, con más y modernos cursos.

Desde el 2017 funcionan los Centros Educativos Asociados, una experiencia novedosa que surge del acuerdo entre Primaria y la educación técnica, con el objetivo de crear pertenencia y evitar la deserción de los estudiantes. En este año el número de centros se ha aumentado a 18 en todo el país y los primeros resultados son muy alentadores.

En todos los niveles de la educación ha mejorado la cobertura, la aprobación (la escuela muestra el porcentaje de repetición más bajo de la historia y en el resto de los niveles, a un ritmo más lento, la promoción continúa creciendo) y la trayectoria educativa. Y al mismo tiempo, las brechas entre sectores económicos se han visto reducidas.

La Educación Terciaria ha abierto sus puertas a los sectores históricamente excluidos. La amplísima mayoría de estudiantes universitarios y de Formación Docente son los primeros de sus familias en acceder a la educación superior.

En la Universidad de la República el ingreso de estudiantes se multiplicó por tres y el egreso se duplicó, descentralizando y aumentando su oferta en todo el país, aumentando el número de carreras de grado y posgrado, y la llegada a todo el país, donde más de la mitad de los estudiantes provienen de familias que no habían accedido a la educación universitaria.

La creación de la UTEC (Universidad Tecnológica) ha permitido llevar la formación técnica al interior del país, trasladando la formación al centro de la zona productiva. En sólo 6 años cuenta con una matrícula de 1400 estudiantes, inscriptos en 11 carreras y 5 programas especiales, contando ya con 100 egresados.

Se encuentra en el Parlamento un proyecto de ley para la creación de la Universidad de la Educación, con el objetivo de contar con una formación universitaria de docentes.

También se ha invertido en infraestructura, con la construcción de 63 centros educativos de Primaria, 56 de Secundaria, 17 escuelas técnicas y 4 centros dedicados a Formación Docente.

Se ha hecho un fuerte hincapié en el programa de becas pasando de 4.723 en 2005 a 26.715 en 2015, democratizando realmente las posibilidades de estudio a miles de jóvenes que no podían acceder al derecho a la educación por razones económicas.

Se logró extender el Boleto Gratuito a todos los estudiantes de la Educación Media. 120.000 alumnos reciben el beneficio del transporte sin costo en todo el territorio, aportando a evitar la deserción, sobre todo, en la población de hogares más vulnerables, en donde el costo del boleto podía resultar un impedimento insalvable.

Al mismo tiempo, se ha concretado un incremento real del salario docente (tanto de maestros como de profesores) mayor al 70% en sueldos que eran completamente insuficientes, y que aún deben ser mejorados.

Este breve repaso de algunas de las concreciones en educación del gobierno del Frente Amplio a lo largo de estos 14 años de gobierno, muestran que se ha hecho mucho, lo que no implica que aún nos quedan sueños y metas por cumplir.

Por lo tanto, ni estamos en crisis ni se ha despilfarrado el dinero, sino que se ha invertido en las necesidades más urgentes.

Otro argumento para denostar a la educación pública al que se aferran muchos sectores y que repiten los medios de comunicación, es los resultados de las pruebas internacionales, especialmente las PISA.

Los datos derivados de estas pruebas se usan para golpear a nuestro Sistema Educativo y al gobierno, pero no se mencionan algunos elementos que se deben tener en cuenta. En primer lugar, nuestros resultados nos ubican en el promedio de la región. Es decir, que nuestros estudiantes están en niveles similares a los de Chile, Argentina o Brasil.

En segundo lugar, los fatalistas denuncian lo lejos que estamos de los países desarrollados como el caso de Finlandia. Más allá de las valoraciones que podamos hacer sobre este tipo de evaluaciones estandarizadas, nada se dice sobre los niveles de inversión de un país y otro.

La buena educación no depende exclusivamente del dinero que se invierte, pero sin dinero no hay buena educación. A modo de ejemplo, los países de la OCDE con mejores resultados destinan en el entorno de 8.000 dólares anuales por alumno, en Uruguay se invierten 2500 y sin embargo nunca se invirtió tanto, llegando al 5% del PBI.

Pero también se golpea a la Educación Pública cuando se dice que la formación privada es mejor. Solamente si tomamos en cuenta el parámetro de inversión por alumno, las instituciones privadas, en promedio, invierten 4.500 dólares por estudiante, casi dos veces más que en el sector público, y esta brecha se ha ido reduciendo en favor del sector público, fruto del esfuerzo de la sociedad.

Ante los discursos fatalistas de la derecha conservadora (de diversos sectores políticos, algunas iglesias, buena parte de los medios de comunicación), debemos defender la Educación Pública, reivindicando los logros alcanzados y teniendo en claro que aún queda mucho por hacer. Juntos y juntas, profundizando la participación y fortaleciendo la democracia.

 

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