Como cada semana, el diputado y compañero Alejandro Pacha Sánchez, a través de su espacio De ida y vuelta en M24, nos invita a reflexionar sobre algunos de los últimos acontecimientos políticos e intercambiar ideas. Y, en esta ocasión, abordando dos conceptos a los que se viene aludiendo constantemente desde los discursos de derecha durante los últimos meses: «la austeridad» y el «achicar el Estado».
Evidentemente, a lo que nos enfrentan las decisiones que tenemos que tomar este año lo podríamos condensar en la oposición de dos grandes modelos de país. Uno con un programa bien definido; y otro, ausente, que aunque no quiere dejarse ver, se puede vislumbrar a través de la discursiva de algunos de sus personajes. A qué proyecto de país queremos darle nuestra confianza para enfrentar el futuro, depende de nuestra capacidad para cuestionar, analizar y entender los datos que constante, aunque inintencionalmente (cuando se trata de la derecha), nos deja ver la realidad política del país.
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En este sentido, el término y el concepto de «austeridad», como si de un producto de marketing se tratase, se nos pone enfrente una y otra vez. Se nos habla de austeridad continuamente, nos hablan de ahorro, eficiencia y de cuidar los recursos, de «equilibrar las cuentas» para poder hacer frente a los desafíos que enfrenta nuestro país en un complejo y cambiante panorama mundial.
Hablar de «austeridad», sin dudas, connota significancias positivas, benevolentes, como cualquier otra palabra cuidadosamente escogida por un equipo de mercadeo durante una campaña electoral. ¿Pero qué significa la austeridad en realidad y qué representa «achicar el Estado», el otro concepto que le precede?
Significa priorizar los privilegios y los intereses de unos pocos —de quienes concentran las riquezas— por encima de los derechos de la gran mayoría de la población… Tal como lo han hecho en sus períodos de gobierno. Significa reducir los salarios y las pasividades, terminar con las inversiones y los suministros como la construcción de nuevas escuelas, medicamentos, carreteras, puentes y servicios esenciales para la ciudadanía, como la salud y la educación. Eso significa «achicar el Estado», esa es «la austeridad».
El compañero Pacha, con las cifras, los argumentos y la solidez que caracteriza su oratoria, nos echa algunas luces.
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El compañero Sebastián Sabini subrayó que la elección de horas en formación docente se realiza sin conocer cuáles programas educativos se van a implementar ni el sistema de pasaje de grado. "Nunca había pasado que un profesor elija una materia sin saber qué es lo que va a dar", subrayó el senador.
“Creo que el presidente tiene temas más importantes que atender como para darle trascendencia a mi opinión”, dijo el compañero Yamandú tras la referencia del presidente Lacalle Pou sobre “la manija” por el caso de los pasaportes.
Lo que destacó a este período de transformación educativa –y caracteriza su desarrollo actualmente– es la falta de participación de los principales actores del sistema, la carencia absoluta de sustento empírico y teórico de los cambios impuestos, entre otros temas.
Entiendo que nos debemos una discusión franca y seria sobre el problema del crimen organizado, el narcotráfico y el lavado de dinero. Llegamos a un punto en que ningún integrante del sistema político puede ignorar el problema.
“Lo más importante luego de la comparecencia es que estamos muy lejos de las 50.000 viviendas; ni siquiera vamos a llegar a la mitad de ese número en el período”. El senador Sebastián Sabini también observó los recursos que se destinan a asentamientos.
En momentos donde la crispación gana espacio, el MPP buscó una instancia amplia, abierta, horizontal y constructiva con todos los uruguayos que busquen acercarse a un proceso de construcción alternativo, por un Uruguay exportador de su conocimiento.