Discurso completo de Pepe Mujica en el comité de base Los Malvines

25 de agosto de 2023

Compartimos las palabras de José Mujica durante el homenaje que los compañeros le realizaron a él y al presidente Tabaré Vázquez, en “Los Malvines” de Montevideo.

Compañeros:

Hace unos cuantos años, en un apartamento de Buenos Aires, fui a saludar a China Zorrilla. Recuerdo que me dijo: “ya verás, Pepe, envejecer es no querer salir de casa”. A mí me pasa, cada vez estoy más casero, me cuesta salir, los huesos me rezongan. Se me ha ido la juventud hace rato. Soy un anciano, orgullosamente un anciano. Que me quiten lo bailado…

Pero he rodado bastante y por lo tanto soy consciente de que estamos entrando en una nueva época, por lo que quiero hablar para los jóvenes, por los que van a quedar. La materia que más crece es la incertidumbre: nadie puede pronosticar cómo será el próximo mundo por la abrumadora velocidad de los cambios, por una humanidad que cada vez se internacionaliza más pero tiene contradicciones, enormes. Aquel proceso de globalización que se hizo fuerte desde la década del ’70 está enfrentando una nueva contradicción, que no es la que hubo y que no sabemos en qué desemboca.

Aquel mundo abierto que nos pronosticaban se está cerrando por acá y por allá. Nadie puede decir cómo será la cosa. Y está viendo cambios. Lo hablábamos con Tabaré la última vez que fui a hablar con él, fui prácticamente a despedirme y hablar a la luz de los cambios que se vienen. La agricultura no tendrá más agricultores de los que ya tenemos, prácticamente será sin gente. Ya lo están experimentando. Me impresionó una vez que fui a Japón hace unos años, una casa de salud de ancianos todos muy contentos porque hacían gimnasia con un robot que nunca se enojaba, siempre de buen talante. En un apartamento había un perrito pero no era un perrito, era un aparato que movía hasta la cola. Ese es el mundo que se nos viene encima.

Pero loa nuevos tiempos vienen acompañados de muchachos que vienen con otro cuento: se tienen que comprar “un 5G” en 20 cuotas de no sé cuánto por mes. Y cuando lo terminen de pagar va a venir otro que vas a tener que comprar. ¿Por qué? Cuando era joven leíamos un libro que decía: “el imperialismo es la última etapa del capitalismo…”. ¡Qué bollo hubiera sido! ¡Yo qué sé cuál hubiera sido esa última etapa! Lo que sé es que esta se llama “consumismo”, uno de los fenómenos más brutales. Se ha generado una cultura que nos envuelve, en la cual estamos inmersos y de la cual no podemos renunciar ni salir. Donde “necesitamos”.

Perseguimos una serie de progresos que desembocan en cómodas cuotas mensuales que al final no son tan cómodas. Como dice un filósofo coreano-alemán, proponemos sociedades “autoexplotadas”, hay que ser eficientes y aprovechar el tiempo. No hay tiempo para contemplar o hacerse preguntas, si la vida tiene o no un sentido. Por eso hay una crisis de las religiones. Eso no es eficiente, eso no rinde. ¡Hay que sacar filosofía de la enseñanza! No perder tiempo en filosofía porque esas cosas no son contables, no dan rédito.

Y curiosamente el origen de la cultura es cuando la gente no hace aparentemente nada. Pero sueña y crea cosas. No hay tiempo para soñar ni pensar.

Pero no estoy criticando, estoy describiendo la vivencia de nuestra sociedad. Nunca la humanidad tuvo tanto, hay una eficiencia global, vivimos más años, es fantástica esta civilización. Un muchacho anda por la calle con una universidad en el bolsillo si la sabe consultar. Pero como no está, probablemente, a la altura de la tecnología que tiene entonces la usa para cualquier mamarracho. Y esas son las consecuencias. Esta civilización tiene una de cal y una de arena, ustedes muchachos van a vivir en este tiempo de la incertidumbre. Hay un papel para la ciencia y para cultivar el balero, no pierdan tiempo y quieran la vida. Pero cultiven el balero. Cometan los errores de su tiempo, no los nuestros. De los nuestros tienen que aprender.

No se sientan derrotados por las dificultades de la vida. No concibo la idea de suicidarse por un fracaso: la vida es hermosa, incluso con sus contradicciones. No sabemos de dónde vivimos y respeto mucho a los que creen en un más allá. Tal vez las religiones cultiven la esperanza, por eso las respeto íntimamente. Pero lo que está claro es que acá está el cielo y el infierno y nadie nos va a regalar, precisamente, la hermosura de la aventura de la vida.

Queridos compañeros. Somos progresistas. O como quieran llamarle. Esos términos “izquierda – derecha” es un invento pos revolución francesa, por el lugar donde se sentaban los tipos. Pero en realidad es una eternidad de la condición humana. Son dos caras de la moneda de la humanidad.

A lo largo de la historia humana hubo gente que se preocupó del dolor de los demás. Eso se ha dado en todas las épocas. Cuando Asoka gobernaba la India ni se conocían esas palabras, si lo miramos en perspectiva era un emperador de izquierda. O Espaminondas, o los hermanos Graco. O los que lucharon en todos los recodos de la historia. Tenemos una cara conservadora y otra progresista.

Todas tienen deformaciones. La cara progresista tiende a confundir deseo con realidad y cae en el infantilismo. La cara conservadora suele caer en lo reaccionario, que no es lo mismo de conservador. Y ese vaivén es casi permanente.

La presidencia de Tabaré fue como un aluvión por un montón de cambios que estaban ahí, y queda muchísimo más por hacer. Y siempre habrá mucho más por hacer. Pero tenemos que conocer, muchachos, cuáles son nuestros defectos crónicos. Es tanta el ansia de mejoras que nos damos cuenta que tenemos deudas con los niños, con el mundo marginado y olvidado, con la gente tirada en la calles, con nuestras cárceles hechas un desastre. Que tenemos deudas de integración social. Pero para todo eso se precisan medios y estamos en una sociedad de mercado y hay ciertas reglas que tenemos que saber cumplir y manejar con inteligencia. Que siempre necesitamos mucho más de lo que tenemos para distribuir.

Y en cada Rendición de Cuentas…, y vaya que el Partido Colorado sabe cómo es eso, que ponía una rendición “gasto cero” y después iba repartiendo los pesitos en la mesa, no quería discusiones largas porque siempre la demanda supera las posibilidades de lo que se tiene.

Es hermosa la vida por lo que queda por delante. Yo pienso que un cielo donde no hay preocupaciones es una cosa muy aburrida porque los problemas nos amargan pero también nos da motivos para seguir, para levantarse con fuerza, para caerse y volverse a levantar.

A veces me preguntan “y cuál es su legado”. Yo no tengo ningún legado, si me voy a morir como un escarabajo. El legado es que haya muchachos que levanten las banderas por las cuales soñamos y hemos peleado generación atrás de generación, lo que cuenta lo que vienen. Apuesto al mundo joven.

No comparto algo que está extendido de que los jóvenes no quieren política ni nada. Los jóvenes no tienen esperanza, les falta enamorarse. No lo hacen por ciertas dificultades, hay que darse cuenta que son de otro tiempo pero traen adentro el fervor a la vida. Si no apostamos a ellos y por ellos no sé por qué estamos. El mejor homenaje que le pueden hacer a Tabaré es militar.

De alguna forma. No necesariamente como lo hacíamos nosotros. ¿Qué es militar? Es contribuir a que la gente se avive y que aprenda a defenderse colectivamente. Los seres humanos de a uno somos poca cosa. Que los grandes caudillos no cambian la historia humana, apenas representan una causa. Lo que cambia la historia humana es la fila india, que es lo más importante. Entonces si no ganamos pueblo, si no nos multiplicamos en la cantidad de gente, no pesamos.

Y esto lo digo en nombre de una vieja izquierda. Yo viví a los viejos Primero de Mayo: nos conocíamos todos, nos saludábamos todos. El día que nos dimos cuenta que no éramos tan perfectos, que era la época de los “partidos ladrillo” -cuando lo que mandaba el comité central era «ta- ta-ta»-, y nos dimos cuenta que había montón de gente que podía servir, multiplicar los brazos, que podíamos hacer humanidad, fue cuando crecimos. Y aprendimos esta cosa maravillosa que se llama Frente Amplio, porque tenemos desacuerdos, somos tipos que sentimos y pensamos. Pero somos muchos y nos vamos multiplicando. Aprendimos que podemos pesar porque aprendimos a respetar la diversidad, que es la expresión de lo que hay en la sociedad con trabajadores por un salario, pequeños trabajadores con un taller, otros que tienen un poco más. Y estamos entreverados con estudiantes y obreros, con gente del campo. Porque esa es la sociedad.

Por eso la izquierda uruguaya tiene una maravilla. Si ustedes comparan, miren lo que pasó en España, que a pesar de haber vivido el Franquismo, socialistas, anarquistas y comunistas peleaban entre ellos antes que con Franco, con el terror de la República de Weimar y con todo el costo que pagó la humanidad. Porque cuando la gente de izquierda sabe negociar ni entiende que tiene que estar juntos y cuidar la unidad porque ese cuidado nos multiplica, entonces dejamos de ser nosotros mismos.

Claro, sé perfectamente que para hacer una cosa amplia tenemos que hacer un programa que nos englobe a todos y por lo tanto andamos más despacio. Pero el problema es andar y no quedarse, no ser un testimonio, un orador de boliche donde hablás permanentemente pero no pasa absolutamente nada porque los pueblos necesitan fuerza para tomar decisiones que lo favorezcan. Y para tener poder hay que tener masa atrás, no verso. Entonces, esta es una contradicción permanente.

Yo también fui joven y apurado. Me jugué el cuero y así me fue. Y tuve suerte bárbara porque estoy vivo. Pero aprendí que los verdaderos cambios llevan tiempo, que hay que juntar mucha masa, que hay que tener mucha tolerancia, que hay que aprender de todo el mundo.

Les voy a contar. Hace tiempo me terminé haciendo amigo de un viejo que ya no está. Hay un organismo que se llama OPYPA que me hacía unos informes que eran una cosa bárbara. Yo quería saber cómo andaba la cosa. Lo llamaba por teléfono al viejo que tenía 70 años trabajando con los granos. ¡Era un matemático! Tenía que llamar a los que saben. Ese tipo jamás iba a votar a los compañeros ni nada por el estilo pero era un tipo que sabía. Y del problema de los líos del transporte de granos tampoco sabía yo hasta que tenía uno que me explicó… ah…, hay que ser abierto para aprender. Hay gente que tiene 50 años en un trabajo y tiene cosas para aportar y uno no puede venir como un petulante porque tenés unos votos y te creés que la sabés toda. No, tenés que recoger sabiduría y humildad de la gente más diversa. Por eso una cosa es la pasión y otra el convencimiento.

Hay que aventar el fanatismo porque aún de los adversarios podés aprender. No te da la vida para aprender, es amanecer todo los días y es lo más grande que tiene una sociedad abierta y democrática, la posibilidad de aprender de la gente.

Yo se que esto es un homenaje. Yo no me merezco ningún homenaje, yo estoy vivo de casualidad. O mejor dicho, por los misterios de la biología. Se me trancó una cosa de pescado y me llevaron a la mutualista. Después los enfermeros me contaron que habían encontrado cascos de bala. Tengo medio pulmón que está hecho una chancleta, y estoy viviendo. Por eso le grito gracias a la vida. Y cuando llegue esa vieja que nos lleva le voy a decir: “por favor, sirva otra vuelta”. Porque la vida es hermosa.

El vivir es el homenaje. Pero lo importante, es que haya gente joven que tenga capacidad de enamorarse y soñar un mundo mucho mejor. Nunca lo vamos a lograr pero vamos a subir un escalón y otro. Esa es la historia de la humanidad. Soñar, pelear por los sueños, pelear por un mundo mejor. No logarlo, pero avanzar. Porque así fueron todos los derechos, todas las conquistas del hombre. Así se pudo dejar la esclavitud, la enfermedad, la seguridad social, así se fue inventando esta democracia, que no es perfecta, está llena de dolorosas desigualdades. Pero es mejor que cualquier autocracia. Hay que hacerla más real, es mentirosa porque hay que ganar el derecho a la igualdad en la partida de la vida. Después cada cual dará lo que pueda. Pero hay que pelear por un derecho de partida semejante.

Hay que entender que hay gurises que nacen condenados de primera porque se están criando desastrosamente. Hay que convencer que es un problema de toda la sociedad porque si hay gente olvidada no es solo un problema de ellos, es de todos nosotros. Esa es la diferencia.

Tenemos que darnos cuenta que nada cae regalado del cielo, que todo es consecuencia del trabajo humano.

Y finalmente decirles. Por ahora estamos en una economía de mercado. No conocemos otra cosa mejor. Hubo intentos de economías controladas. Salieron para las chapas, pasó cualquier cosa. Estamos en una economía de mercado que tiene sus leyes muy crueles. Hay que priorizar la inversión en cosas productivas. Y la inversión es un riesgo y quien invierte saca las cuentas y, si le va mal, se raja. No importa que se raje, importa el agujero que me deja. Porque así como a vos no te gusta que te metan la mano en el bolsillo, a él que tiene un bolsillo más grande tampoco. Tenemos limitaciones pero tenemos que sobrellevarlas con paciencia y ampliar y ampliar. ¿Por qué? Porque la condición humana se lo merece. Porque el país tiene recursos, porque hay posibilidades. Porque hay que tener memoria, los antiguos no eran superiores a nosotros, hay que ver las cosas que bancaron los que nos dieron patria. Hoy tenemos muchas más facilidades que antes, pero nos hacemos problemas que nos desestabilizan las emociones.

Por eso yo les pido que tengan confianza en la herramienta. La herramienta no es perfecta, va a cometer errores porque está construida por humanos. Pero tiene un rumbo que vale más allá que nosotros.

Lo importante no es el Pepe o Tabaré. Lo importante son los vientres de las madres, los que van a venir. Lo importante es el mañana, la esperanza y sale del esfuerzo humano. Hay que tener fe, hay que tener convicciones y compromiso.

Y les quiero decir, compañeros. Me he equivocado en pila, pero le doy gracias a la vida porque ha sido una forma de aprender. No le teman a la vida, jueguen por la vida. Es hermosa, no hay que vivirla temiendo, arrinconado. Hay que vivir con esperanza. ¿Saben lo que es triunfar? Es levantarse y volver a empezar cada vez que se cae. Cuando sos joven y te fracasa el amor, tenés que tener el coraje de volver a decirle sí al amor y volver a empezar. Cuando perdiste un trabajo, tener el coraje de volver porque lo importante es lo que vivís, entregado a esa esperanza.

Tengan pasión, pro no cultiven el odio. Porque el odio sirve para envenenarnos. Hay cosas que hay que dejarlas como de costado, preocuparse por mañana. Aprender de lo que quedó atrás pero preocuparse por mañana.

Creo en el Frente, creo en el pueblo uruguayo, creo en la esperanza en los pueblos americanos que todavía estamos descoyuntados. Somos pedazos de una nación. Tenemos una deuda. Hablamos la misma lengua. No hay un pedazo así de tierra en el mundo, desde le Río Bravo hasta Tierra del Fuego, donde sus habitantes si hablan despacio se entienden. En China se hablan más de 40 lenguas. En Europa ni se habla. Pero desgraciadamente no hemos aprendido a juntarnos más. Este es el gran desafío de las nuevas generaciones. El siglo que viene nos encontrará unidos o venidos, como dijo el viejo Perón. Hay una necesidad de juntarse con los que tienen los problemas parecidos, que ha concentrado todas sus fuerzas en los lugares más concentrados del mundo. Hoy los latinoamericanos casi coincidimos. Tuvimos un covid, somos el 6% de la población del mundo y pusimos el 30% de las muertes. No hubo una reunión sola para agarrar del cogote a los laboratorios. De a uno no somos nada en un mundo donde las reglas de juego las ponen los más fuertes. Hay que aprender a juntarse, eso no es perder soberanía, es ganar fuerza para defendernos. Y esto lo tienen que profundizar las nuevas generaciones. Se nos fueron dos siglos armando nuestras patrias. Hay que gastar un siglo o más en crear un nosotros, los que somos de este continente.

Hasta siempre. Gracias Tabaré por la oportunidad que me diste. Y con ustedes, no se cansen de cultivar la solidaridad y el amor a nuestros semejantes.

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