La palabra de la compañera Blanca Rodríguez, este sábado 7 de setiembre en el Parque Rodó, en su primera oratoria popular de cara a las elecciones nacionales.
Muy buenas tardes, muy buenas noches. Estoy muy feliz de estar aquí con ustedes. Tengo una gran alegría con toda esta energía positiva que ustedes están transmitiendo y, además, la música que nos regalaron los compañeros músicos, murguistas, la gente de la cultura que crea para nosotros y que nos ha dejado precioso, precisamente, este clima que estamos compartiendo a partir de este momento. Así que a ellos muchas gracias por habernos acompañado y por habernos alegrado esta tarde.
Yo les decía que estoy muy contenta. Tengo unaalegría esperanzada. La verdad es que estamos tremendamente esperanzados. Esa es la verdad. Y estoy muy agradecida, además, de esta oportunidad y de esta posibilidad de estar aquí con ustedes. Y también de trabajar por mi país.
Yo les decía hace pocos días, en la huella de Seregni, cuando hicimos el anuncio, en ese momento, cómo había llegado hasta aquí, por qué había llegado hasta aquí. Les daba mis señas de identidad, cómo yo me identifico. Ahora les quiero contar cómo vamos a seguir, cómo voy a seguir con ustedes, porque es con ustedes o no es.
Y también ese día yo les decía que Pepe Mujica fue clave junto con Lucía para invitarme, para convencerme, para entusiasmarme y comprometerme con esta propuesta. Y lo hicieron hablándome de los sueños que ellos tienen, de los sueños que tienen con respecto al país, con respecto al futuro. Porque, ¿saben qué? Pepe y Lucía no dejan un minuto de pensar en el futuro y militar. Y como ustedes saben, en este momento, Pepe está peleando una vez más por mejorarse. Así que le vamos a mandar un caluroso aplauso.
Y también me pidió especialmente Lucía que lo saludara, porque ella iba a estar hoy aquí. De hecho, ella era la que iba a estar hablando aquí. Y entonces me dijo que les mandara un abrazo de su parte.
Yo les decía también ese día, donde hicimos el anuncio en la huella de Seregni, lo importante que habían sido para mí algunas cosas a lo largo de mi vida para llegar hasta aquí. Y de eso les quiero hablar hoy también.
Ustedes conocen prácticamente lo que ha sido mi vida laboral en los últimos 38 años, que fueron muy importantes. Pero yo también estaré en los próximos cinco años donde ustedes decidan, porque también en esos 38 años fueron ustedes los que decidieron que yo estuviera allí. Ustedes y tanta gente que no está aquí, tantos uruguayos y tantas uruguayas que me dejaron entrar a sus casas durante todos esos años. Y lo agradezco.
Pero, en realidad, todo eso tiene que ver con algo que viene de mucho más atrás y que seguramente también tiene que ver con la vida de ustedes. Tiene que ver con de dónde vengo. Miren: yo al igual que muchísimos uruguayos, nací en un barrio muy humilde, en el barrio Jardines del Hipódromo. Hay vecinos por allí, me encontré con compañeras de la escuela. Y yo agradezco que me estén acompañando, lo agradezco muchísimo, me han acompañado mucho tiempo y también estos días.
Y les decía, en ese barrio, que era un barrio de trabajadores, lo que se llama clase obrera o se llamaba clase obrera. Un barrio de familias que habían llegado de distintas partes, como la mía, como mis padres y mi hermana. Barrio de muchos inmigrantes. Y en esas anchas veredas en las que yo jugaba hasta tarde en la noche, con total libertad, con total confianza, se cruzaban distintas lenguas, distintas religiones, distintas tradiciones, distintas historias, distintas comidas, y todos convivíamos en absoluta armonía.
Era ese país que nos había legado José Batlle y Ordóñez, un país de igualdad de derechos para todos, vinieran de donde vinieran, porque en este suelo hay lugar para todos, también para todos los que están viniendo ahora. Y a esos inmigrantes les debemos muchísimo. Y allí, en ese barrio, le decía, de veredas anchas, donde jugábamos hasta tarde, el barrio era la prolongación de nuestra casa. Todos los vecinos nos cuidaban, no importaba de qué casa éramos ni de quiénes éramos hijos, todos nos cuidábamos como una gran familia.
Pero, además de la confianza y la absoluta libertad, había un gran respeto. Y yo sé, en esta corta historia que les he contado de mi vida, que he hablado de cosas muy simples y que, sin embargo, sé que mucha gente no tiene hoy. Tener una casa, tener un techo, tener padres trabajadores de sol a sol pero que tenían una vida austera, que permitían que sus hijas fueran a la escuela, un lugar para hacer los deberes, una cama. Todo eso que parece tan simple, que parece tan sencillo, mucha gente no lo tiene, muchos niños no los tienen.
Y entonces, además de esas cosas, también, hay una serie de valores que tienen que ver con un estilo de vida, que también hay que recuperar. Y cuando hablo de esto no me estoy refiriendo a los sectores más vulnerables, porque tal vez quienes estamos a veces con los valores escasos o fracturados somos quienes tuvimos más posibilidades en la vida. Es allí donde tenemos también que trabajar, en reconstruir ese clima, ese clima integrado, ese clima que nos incluía a todos.
¿Y saben qué? La educación fue clave en mi vida. La educación de este país fue clave en mi vida y en mi familia. Por eso es que tenemos que recrear y reconstruir ese Uruguay en donde los niños van a la escuela o al liceo o a la UTU, que es lo que hacíamos en ese barrio, la vieja escuela industrial. Algunos a trabajar. Todos trataban que tuviéramos una vida que nos prometiera un futuro diferente.
Yo les pido con humildad que me acompañen a recuperar ese clima, ese clima de sociedad, ese clima de convivencia. Ese clima sin rispidez, sin agresiones, sin violencia.
Claro que violencia es el delito. Pero violencia también es no tener techo. Violencia también es no tener un plato de comida. Violencia es no ir a la escuela. Violencia es una casa sin libros. Todo eso, además del trabajo, claro, que es la mejor política social.
Porque además sabemos que cuando a algunos lugares no llega la educación, no llega el trabajo digno, no llega el salario digno, llegan otros primero que ofrecen salidas mucho más fáciles y que suelen terminar muy mal. Incluir es una medida de seguridad.
Y entonces pienso en ese barrio donde había gente mayor que me decía que tenía que aprovechar las oportunidades que ellos no habían tenido. En ese barrio con esa gente hubiera sido imperdonable que yo no hubiera avanzado en la vida, pero no era difícil para mí. Por lo tanto, yo tengo que ser fiel a eso, a ese origen de donde vengo y tratar de que esa escalera en la que yo me subí con la educación, y de la que no me puede bajar nadie, se suban todos los niños de este país. Nos pueden sacar muchas cosas a las personas, pero lo que no nos pueden sacar es la educación que recibimos a lo largo de la vida. Y es a eso a lo que tenemos que jugarnos.
También quiero decirles que en mi vida fueron importantes los libros. Yo pasé muchas horas de mi vida leyendo. Los libros también ampliaron mi casa, además del barrio. Ampliaron mi mundo. Los libros, muchas veces con sus tapas cerradas, si los dejamos allí, nos estamos prohibiendo de un recorrido que puede también cambiarnos la vida y ampliarnos los horizontes. Por eso estudié literatura, no solo para leer libros, que me encantaba.
¿Saben que? Yo tenía un vecino que quería ser heladero, quería trabajar en una heladería para comer helados. Yo quería trabajar en una librería para leer libros, no pensaba que tenía que atender gente. Bueno, por eso estudié literatura, pensando en entusiasmar a los demás por leer, por descubrir el mundo que pueden dar los libros. Eso también es algo que tenemos que regalar. Eso tiene que ver con políticas culturales, pero también tiene que ver con políticas sociales. Cultura de convivencia, cultura de educación, cultura de paz, porque eso es lo que nos da seguridad mayormente.
Yo les hablaba de mi niñez y de cuántos niños hoy sabemos que no pueden tener muchas de esas cosas. Nosotros tenemos una deuda enorme con los niños en el Uruguay. Ustedes saben que somos el país con la mayor infantilización de la pobreza de la región. Somos el país con la mayor pobreza infantil de la región. Allí tenemos una deuda enorme. Los niños se tienen que transformar en el foco de nuestros esfuerzos, en el foco de nuestros recursos humanos y materiales. También les pido con humildad que me acompañen en eso.
Los niños en nuestro país son más pobres que la sociedad en general y en los últimos cinco años se han empobrecido mucho más porque nos transformamos en un país muy desigual. Y yo les hablaba de un país de convivencia, les hablaba de un país de vida en la calle hasta tarde, de confianza, de libertad. ¿No queremos recuperar ese clima? No es volver al pasado, es volver a vivir sin temor, es volver a confiar en el otro. ¿Ustedes no quieren recuperar eso, ese estilo de vida que nos enorgulleció?
Ese Uruguay, reconocido a nivel internacional, precisamente por su estilo de vida, por su capacidad de convivencia, por el respeto de la gente, por el lugar sagrado de los abuelos y de los adultos mayores. Ese país es el que tenemos que recuperar con el Frente Amplio y generar el clima que propicie también la creación de los valores y de enriquecerlos.
Y yo les hablaba de la pobreza infantil. ¿Saben que en Uruguay nacen solamente 30.000 niños por año, de los cuales 6.000 ya al momento de nacer son pobres? Y, ¿saben qué les digo? Si no podemos con eso, no podemos con nada. Si no podemos cambiar eso, no podemos cambiar nada. Son 6.000 que nacen en la pobreza. ¿No podremos con 6.000?
En los últimos cinco años, el 5% de la gente que estaba en mejor posición fue la que acrecentó su situación económica. Y el 20% más pobre se empobreció más aún. Y los niños pobres viven en familias pobres, con adultos pobres, no nos olvidemos de eso. Y entonces también, además de asegurarles a esos niños una vida diferente, con escuelas de tiempo extendido, con plazas a las cuales puedan asistir, con un sistema de cuidados que hay que regenerar para que sus padres puedan trabajar, también podemos prepararlos para trabajar.
Porque también con los adultos que viven en vulnerabilidad tenemos que trabajar para generar un nuevo estilo de vida, para generar nuevos hábitos. En muchos casos, para que terminen la escuela, porque ¿saben qué? En el país de Varela volvemos a tener analfabetismo y eso tiene que terminar. Tenemos que ir a buscar a esos niños, tenemos que ir a buscar a esos adultos.
Me crucé con una maestra cuando hacía la recorrida de la feria, con una directora de escuela. No voy a decir de qué escuela, no le quiero generar problemas. Y me decía que ella ha ido a buscar niños a la casa. Bueno, yo felicito a esa directora que lidera pedagógicamente la escuela y humanamente la escuela.
Yo les pido con humildad que nos acompañen en esto. Tenemos que ir a buscar a los niños. Tenemos que generar escuelas de tiempo completo. Tenemos que generar policlínicas que atiendan a esos niños y a esas familias, que detecten, que prevengan situaciones, que les consigan una cita con el médico que necesitan y no tengan que esperar meses.
Tenemos que tener maestras comunitarias en un número importante para que recorran las casas como lo supieron hacer, y descubran las familias, las situaciones que los están angustiando. Esas maestras que detectaban si había una situación difícil que estaba viviendo el niño o sus padres. Tenemos que volver a eso. Tenemos que volver a ser un país de cercanías, como quería Real de Azúa, ser un país hiperintegrado. No es tan difícil. Miren, puede parecer un sueño, pero eso fue real.
Y yo les decía, no es volver al pasado, porque también tenemos que reconocer que, en ese pasado, en el cual de pronto todos íbamos a la escuela, había muchas cosas que no teníamos. Vamos a hacer memoria: no teníamos Plan Ceibal, que permitió que todos los niños estuvieran en educación en línea, y ahora lo tenemos. No teníamos la ANII, que permite que los universitarios hagan posgrados. No teníamos universidades en el interior. No teníamos récord de egresados universitarios primera generación de su familia. Todo eso hay que sumarlo a la recuperación de ese clima que yo les decía. Y van a ver cómo podemos hacer ese país.
Pero vamos a invitar a todos a construir esto. A quienes piensan distinto también, porque si pensamos todos igual es muy fácil. Seguramente hay mucha gente que piensa distinto, pero que quiere esto para Uruguay. Que quiere mejorar el clima de convivencia, que quiere mejorar la situación social, que quiere que salgamos de estas violencias que yo les decía: la gente durmiendo en la calle, la gente que le cuesta conseguir trabajo. Invitemos a esa gente a subirse a este tren.
Porque, como yo decía el otro día en la Huella, cuando nos fue mejor fue cuando estuvimos juntos. Y son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan, créanme. No se dejen convencer por discursos que nos dividen, que nos agrietan. Nos une mucho más de lo que nos separa.
Y ¿saben qué? Yo tampoco les pido a la gente que nos acompañe para toda la vida, sino que nos acompañe en este momento en el que tenemos una fractura social muy importante. Como decía el querido Mariano Arana: no importa de dónde vengan, importa a dónde van. Entonces, vayamos todos tras estos sueños, invitemos a todos, aunque sea por un tiempo, que se queden con nosotros. No importa, pero tenemos que encontrar una respuesta y una solución para este momento, con esas buenas cosas que habíamos logrado.
Porque yo se las mencioné, pero no les dije cuándo se lograron y quiénes, porque ustedes lo tienen muy claro. Con esas cosas y también con ese clima de convivencia. Bueno, y no mencioné la UTEC, ahora que decían «Pepe». No mencioné la UTEC, que si será importante.
Y además de ese tema que tiene que ver con la niñez, también pensemos en nuestros jóvenes, a los cuales les decimos que se tienen que preparar para el futuro y los trabajos del futuro, y que tienen que recibir entonces una educación que tenga que ver con el futuro. Si hay un lugar en donde tiene que habitar el futuro, esa es la educación. Entonces, allí tenemos que también tener las llaves para que los jóvenes vayan por el futuro.
Me parece importante tener en cuenta que lo que estamos proponiendo es un fuerte cambio cultural también. Porque cultura no es solo ir a un concierto, cultura no es solo saber apreciar un cuadro. No, no. Cultura, como dice el querido Mario Delgado Aparain, es la forma que tenemos de amar, de ser felices, de reunirnos, de encontrarnos en la vida. Todo eso tiene que ver con cultura y con la recuperación de la cultura que tenemos que propender.
Ojalá, ojalá ustedes nos acompañen y, a su vez, inviten a otros a que también nos acompañen en esta circunstancia y en este momento. Yo simplemente quiero decirles que para mí esta es una oportunidad histórica en la que hay que estar. En este momento, todos tenemos que estar y todos tenemos que propender al Uruguay de la unidad. Tenemos que unirnos por este país, tenemos que unirnos por Uruguay. No estemos explotando nuestras diferencias, busquemos los elementos que nos unen con todos. Empecemos a mirarnos con confianza de nuevo, volvamos a ser una gran familia con nuestros niños, con nuestros jóvenes, con nuestros viejos. Volvamos a recuperar la confianza.
Cuando hablamos de la inseguridad, que es un tema que le preocupa mucho a la gente, ustedes piensen cuántas cosas tienen que ver con las causas que hay atrás. Y entonces van a ver cómo atender la situación de la infancia, atender la situación de la pobreza infantil, de sus padres vulnerados, de los jóvenes que no tienen oportunidades, tiene mucho que ver con eso. Lleguemos primero que otros, y si llegamos primero que otros, nos va a ir mejor.
Simplemente quiero invitarlos. Quiero invitarlos a que sigamos trabajando juntos y quiero invitarlos a que cultivemos este jardín que nos ha tocado en suerte, que es este bello y precioso país. Por ustedes será todo.
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