Potenciar a la justicia, profesionalizar a la policía, trabajar políticas sociales y ser más audaces para pensar soluciones. Por este camino nos convoca Yamandú Orsi.
No hace falta ser un analista para darse cuenta de la diferencia entre el discurso presidencial y la realidad. Sorprendió la falta algunos reconocimientos, como la desigualdad, la inseguridad, la violencia contra las niñas y niños, la situación de calle. Una especie de piloto automático estuvo el sábado, estimó Yamandú, con un típico discurso de campaña, como que no pasaron cuatro años de gestión y la pandemia volvió a ser un argumento.
Faltó una última señal potente, una convocatoria a revisar los asuntos aún en el tintero. Sin embargo, ya ni se conoce quiénes son los ministros. “Mi sensación es que en varios ministerios tiraron la toalla”, dijo el compañero.
El concepto de libertad es renovador, incluso hoy. Pero detrás de la idea de libertad, liviana en el manejo presidencial como cuando estableció que la libertad es ir a un comedor público cercano, está metida en la contraposición del Estado como escudo de los más humildes versus esta idea de que si a uno le va mal es responsabilidad propia. Es la libertad del que tiene poder a partir de las condiciones materiales, en un mundo donde la distribución es cada vez más desigual.
Hoy se banaliza la política, se frivolizó. Va de la mano con la falta de transparencia porque “si lo que más te preocupa es de dónde sacó la información el periodista y no sobre el hecho que refleja la información en sí, ahí estamos caminando sobre un suelo minado”, estableció Yamandú. La política no puede ser la técnica de marketing, agregó.
Hay muchas dudas. La tónica es que hay muchos asuntos que no terminan de cerrarse. ¡Que se vaya el ministro, el asesor, el comunicador, ¡pero acá no pasó nada, eh! Es como una obsesión en ocultar. Se genera un manto de dudas sobre todo el sistema que daña a todo el sistema, como con el caso Astesiano. Por no decir las cosas por su nombre, por no tener la humildad de decir capaz que el otro tiene razón, se subestimó.
Una de las cosas que el gobierno hizo fue decir: “ganamos, vinimos, nos instalamos y ahora gobernamos; ustedes aguántense en el cordón de la vereda y esperen”. Esta pintura, exagerada, es para revelar algo más profundo: cuando no te mueve la necesidad de acordar con el otro. No fue convocada la oposición para las mayorías especiales necesarias para conformar los directorios de los organismos de control. “No hubo voluntad”, subrayó.
Un discurso para hablar de su partido y su coalición, no salirse de ahí y no hablar con la oposición, continuó Yamandú, habla de una convicción fuertemente ideológica. El actual presidente era diputado por Canelones, rememoró. Jamás acompañó nada, siempre fue “no”, siempre llegaba la orden. Fue histórico la bajada de orden para impedir el fideicomiso de obras, recordó. Eso es un error, una desviación que, a la larga es un búmeran que genera descreimiento.
La seguridad es un derecho humano. También es un asunto de justicia, que debe ser accesible. ¿Lo será hoy? Andá a buscar hoy un defensor de oficio. O que el poder político presione a la Fiscalía. En Uruguay, la tentación está. Habría que pensar si los fueros son para todo, reflexionó en la entrevista.
El narcotráfico se metió en el país. Esto no se puede tomar con frivolidad, como aquella cantinela irresponsable del oficialismo actual que se escuchó en la administración anterior. Con esos discursos de la derecha que establece que quien no es “pro mano dura” estamos a favor de “los malandras”. “Con esa simplificación”, criticó.
Ser serios implica potenciar a la justicia, profesionalizar a la policía, y trabajar políticas sociales que tejan redes en territorio. “Un ministro no puede hablar mal de la Fiscalía, si lo pensás en términos institucionales es tirarse un tiro en el pie”, ironizó.
Recordó el “Plan Siete Zonas”, el proyecto de retirar las cárceles de la órbita del Ministerio del Interior. Pero hoy la situación es diferente, se debe ser aún más audaz. Controlar mejor las carreteras con los sistemas en los transportes de carga, respaldar a la policía caminera.
Uruguay es hoy país de acopio. “¿Cuáles son nuestras estrategias de persecución o constatación para saber dónde se está guardando? Lo más audaz que se le ocurrió a este gobierno fue derribar aviones; error gravísimo desde el punto de vista táctico”.
El crecimiento económico uruguayo debe apuntar a la vinculación de la ciencia y la tecnología a la producción y el desarrollo. El riego y los embalses de agua tienen un rol esencial ahí, apuntó Orsi. En un país ganadero como el uruguayo, debe apuntar a la genética. Pensar en la extensión del ferrocarril para llevarlo a la frontera o a la zona arrocera. Pensar también en la adaptación al cambio climático. Aprovechar las ciencias de la información y la biotecnología, apurar el tranco en esos ámbitos.
“Mi deber como ciudadano y militante político es renunciar y presentarme ante la justicia para dar todas las explicaciones”.
La historia la construyen los de abajo, con el corazón abierto para luchar contra las injusticias sin pedir nada a cambio. Los que construyen el sueño de una patria para todos.
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Por un país que cuida la seguridad y orienta los recursos del Estado a atender lo que debe atender, no para perseguir intereses políticos, expresó Yamandú Orsi.